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Una Promesa De Gloria
Morgan Rice


El Anillo del Hechicero #5
En UNA PROMESA DE GLORIA (Libro #5 de El Anillo del Hechicero), Thor se embarca con sus amigos de La Legión en una búsqueda épica en la vasta selva del Imperio para intentar encontrar la antigua Espada del Destino y salvar al Anillo. Las amistades de Thor se profundizan mientras viajan a nuevos lugares, enfrentan monstruos inesperados y luchan en una batalla inimaginable. Encuentran tierras exóticas, criaturas y personas más allá de lo que podrían haber imaginado, a cada paso de su viaje aumenta el peligro. Tendrán que convocar todas sus habilidades si quieren sobrevivir, mientras siguen el rastro de los ladrones, más y más profundamente en el Imperio. Su búsqueda les llevará hacia el corazón del Inframundo, uno de los siete reinos del infierno, donde los No Muertos gobiernan, y los campos se alinean con los huesos. Mientras Thor debe invocar sus poderes, más que nunca, se esfuerza por comprender su naturaleza. De regreso al Anillo, Gwendolyn debe guiar a la mitad de la Corte del Rey al bastión occidental de Silesia, una antigua ciudad encaramada en el borde del Cañón que ha resistido por mil años. Las fortificaciones de Silesia le han permitido sobrevivir todos los ataques a lo largo de cada siglo – pero nunca ha enfrentado el asalto de un líder como Andrónico, de un ejército de un millón de hombres. Gwendolyn aprende lo que es ser reina, cuando toma el papel de lideresa, Srog, Kolk, Brom, Steffen, Kendrick y Godfrey a su lado, preparándose para defender la ciudad de la guerra masiva que está por llegar. Mientras tanto, Gareth desciende más profundo a la locura, tratando de defenderse de un golpe de estado que haría que lo asesinaran en la Corte del Rey; mientras, Erec lucha por su vida para salvar a su amor, a Alistair y a la ciudad del Duque, Savaria, mientras el escudo caído permite la invasión por las criaturas salvajes. Y Godfrey, revolcándose en la bebida, tendrá que decidir si está listo para deshacerse de su pasado y convertirse en el hombre que su familia espera que sea. Mientras todos luchan por sus vidas y las cosas parecen que no podrán empeorar, la historia termina con dos giros impactantes. ¿Gwendolyn sobrevivirá el asalto? ¿Thor sobrevivirá el Imperio? ¿Encontrarán la espada del Destino? Con su mundo sofisticado y caracterización, UNA PROMESA DE GLORIA (A VOW OF GLORY) es un relato épico de amigos y amantes, de rivales y pretendientes, de caballeros y dragones, de intrigas y maquinaciones políticas, de llegar a la mayoría de edad, de corazones rotos, de decepción, ambición y traición. Es una historia de honor y valor, de destino, de hechicería. Es una fantasía que nos lleva a un mundo que nunca olvidaremos, y que gustará a gente de todas las edades y géneros. Son 75. 000 palabras.





Morgan Rice

UNAВ В  PROMESAВ В  DEВ В  GLORIA Libro #5 de El Anillo del Hechicero




Acerca de Morgan Rice

Morgan Rice es la escritora del bestseller #1: DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS), una saga que comprende once libros (y siguen llegando); la saga del bestseller #1: TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY), thriller pos apocalГ­ptico que comprende dos libros (y siguen llegando); y la saga de fantasГ­a Г©pica, bestseller #1: EL ANILLO DEL HECHICERO, que comprende trece libros (y contando).

Los libros de Morgan estГЎn disponibles en audio y ediciГіn impresa, y la traducciГіn de los libros estГЎ disponible en alemГЎn, francГ©s, italiano, espaГ±ol, portuguГ©s, japonГ©s, chino, sueco, holandГ©s, turco, hГєngaro, checo y eslovaco (prГіximamente en otros idiomas).

A Morgan le encantarГ­a tener comunicaciГіn con usted, asГ­ que visite www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) para unirse a la lista de correo electrГіnico, recibir un libro gratuito, recibir regalos gratuitos, descargar una aplicaciГіn gratuita, obtener las Гєltimas noticias exclusivas, conectarse a Facebook y Twitter, y ВЎmantenerse en contacto!



Algunas Opiniones Acerca de las Obras de Morgan Rice

“EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SOURCERER’S RING) tiene todos los ingredientes para ser un éxito inmediato: tramas, tramas secundarias, misterio, caballeros aguerridos y relaciones que florecen, llenos de corazones heridos, decepciones y traiciones. Lo mantendrá entretenido durante horas y satisfará a las personas de cualquier edad.   Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores de fantasía”.

–-Books and Movie Reviews, Roberto Mattos



“Rice hace un gran trabajo para captar su atención desde el principio, al utilizar una gran calidad descriptiva que va más allá de la simple descripción de la ambientación… Bien escrito y sumamente rápido de leer”.

–-Black Lagoon Reviews (acerca de Turned)



“Es una historia ideal para lectores jóvenes. Morgan Rice hizo un buen trabajo dando un giro interesante… Innovador y singular. La saga se centra alrededor de una chica… ¡una chica extraordinaria!  Es fácil de leer, pero con un ritmo sumamente rápido…  Clasificación PG (Guía Paternal)”.

–-The Romance Reviews (acerca de Turned)



“Me llamó la atención desde el principio y no dejé de leerlo… Esta historia es una aventura increíble, de ritmo rápido y llena de acción desde su inicio.   No hay un momento aburrido”.

–-Paranormal Romance Guild (con respecto a Turned)



“Lleno de acción, romance, aventura y suspenso.   Ponga sus manos en él y vuelva a enamorarse”.

–-vampirebooksite.com (con respecto a Turned)



“Tiene una trama estupenda y este libro en particular, le costará dejar de leer en la noche.  El final en suspenso es tan espectacular, que inmediatamente querrá comprar el siguiente libro, solamente para ver qué sigue”.

–-The Dallas Examiner (referente a Loved)



“Es un libro equiparable a TWILIGHT y DIARIO DE UN VAMPIRO (VAMPIRE DIARIES), y hará que quiera seguir leyendo ¡hasta la última página!  Si le gusta la aventura, el amor y los vampiros, ¡este libro es para usted!”.

–-Vampirebooksite.com (con respecto a Turned)



“Morgan Rice se demuestra a sí misma una vez más que es una narradora de gran talento… Esto atraerá a una gran audiencia, incluyendo a los aficionados más jóvenes, del género de los vampiros y de la fantasía.   El final de suspenso inesperado lo dejará estupefacto”.

–-Reseñas de The Romance Reviews (con respecto a Loved)



"Una fantasía animada que entreteje elementos de misterio e intriga en la historia. La Senda de los Héroes trata acerca del valor y sobre la realización de un propósito de vida que conduce al crecimiento, la madurez y la excelencia… Para los que buscan aventuras de ficción sustanciosa, los protagonistas, los mecanismos y la acción proporcionan un conjunto vigoroso de encuentros que se centran en la evolución de Thor de ser un niño soñador a un adulto joven que enfrenta a situaciones imposibles para sobrevivir… Es sólo el comienzo de lo que promete ser una saga épica para adultos jóvenes".

– Midwest Book Review (D. Donovan, eBook Reviewer)



Libros de Morgan Rice




EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SORCERER’S RING)


LA SENDA DE LOS HÉROES (A QUEST OF HEROES) – (Libro #1)


LA MARCHA DE LOS REYES (A MARCH OF KINGS) – (Libro #2)


EL DESTINO DE LOS DRAGONES (A FATE OF DRAGONS) (Libro #3)


EL GRITO DE HONOR (A CRY OF HONOR) (Libro #4)


UNA PROMESA DE GLORIA (A VOW OF GLORY) (Libro #5)


UN DEBER DE VALOR (A CHARGE OF VALOR)В  (Libro #6)


UN GRITO DE ESPADAS (A RITE OF SWORDS) (Libro #7)


UNA SUBVENCIГ“N DE ARMAS (A GRANT OF ARMS)В  (Libro #8)


UN CIELO DE HECHIZOS (A SKY OF SPELLS)В  (Libro #9)


UN MAR DE ESCUDOS (A SEA OF SHIELDS) (Libro #10)


UN REINADO DE HIERRO (A REIGN OF STEEL) (Libro #11)


UNA TIERRA DE FUEGO (A LAND OF FIRE) –  (Libro #12)


EL DECRETO DE LAS REINAS (A RULE OF QUEENS) –  (Libro #13)




LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY)


ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (SLAVERSUNNERS) –  (Libro #1)


ARENA DOS (ARENA TWO) – (Libro #2)




DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS)


TRANSFORMACIГ“N (TURNED) (Libro #1)


AMORES (LOVED)В  (Libro #2)


TRAICIÓN (BETRAYED) – (Libro #3)


DESTINADO (DESTINED) (Libro #4)


DESEO (DESIRED) (Libro #5)


PROMETIDO (BETROTHED) (Libro #6)


PROMESA (VOWED) (Libro #7)


ENCUENTRO (FOUND) (Libro #8)


RESURRECCIГ“N (RESURRECTED) (Libro #9)


ANSIAS (CRAVED) (Libro #10)


DESTINO (FATED) (Libro #11)












Escuche (http://www.amazon.es/s/ref=nb_sb_noss_1?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&url=search-alias=aps&field-keywords=morgan%20rice&sprefix=morga,aps&rh=i:aps,k:morgan%20rice)la saga de “EL ANILLO DEL HECHICERO) THE SORCERER’S RING en formato de ¡audio libro!




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Audible (http://www.audible.com/pd/Sci-Fi-Fantasy/A-Quest-of-Heroes-Audiobook/B00F9DZV3Y/ref=sr_1_3?qid=1379619215&sr=1-3)


iTunes (https://itunes.apple.com/us/audiobook/quest-heroes-book-1-in-sorcerers/id710447409)


Derechos Reservados В© 2013 por Morgan Rice

Todos los derechos reservados. A excepciГіn de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de EE.UU. de 1976, ninguna parte de esta publicaciГіn puede ser reproducida, distribuida o transmitida en forma o medio alguno, ni almacenada en una base de datos o sistema de recuperaciГіn de informaciГіn, sin la autorizaciГіn previa de la autora.

Este libro electrГіnico estГЎ disponible solamente para su disfrute personal.В  Este libro electrГіnico no puede ser revendido ni regalado a otras personas.В  Si desea compartir este libro con otra persona, tiene que adquirir un ejemplar adicional para cada beneficiario. Si estГЎ leyendo este libro y no lo ha comprado, o no lo comprГі solamente para su uso, por favor devuГ©lvalo y adquiera su propio ejemplar.В  Gracias por respetar el trabajo de esta escritora.

Esta es una obra de ficciГіn. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son producto de la imaginaciГіn de la autora o se utilizan de manera ficticia.В  Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es solo coincidencia.

Imagen de la cubierta: Derechos Reservados, Unholy Vault Designs, utilizada bajo licencia de Shutterstock.com.


"Todos aman a la vida, pero el hombre honrado ama mГЎs el honor que la vida".

    —William Shakespeare
В В В В Troilo y CrГ©sida






CAPГЌTULO UNO


AndrГіnico cabalgГі orgullosamente por el centro de la ciudad real de McCloud, flanqueado por cientos de sus generales y arrastrando detrГЎs de Г©l su posesiГіn mГЎs preciada: Al Rey McCloud. Despojado de su armadura, medio desnudo, con su cuerpo peludo con rollos de grasa, al rey McCloud lo ataron con cuerdas y lo pusieron en la parte posterior de la silla de montar deВ  AndrГіnico con una larga cuerda que rodeaba sus muГ±ecas.

Mientras AndrГіnico montaba lentamente, deleitГЎndose con su triunfo, arrastrГі a McCloud a travГ©s de las calles, sobre la tierra y las piedras, agitando una nube de polvo. La gente de McCloud se reuniГі y miraron boquiabiertos. Г‰l podГ­a oГ­r a McCloud clamando a gritos, retorciГ©ndose, mientras lo hacГ­a desfilar por las calles de su ciudad. AndrГіnico sonreГ­a. Los rostros de la gente de McCloud estaban arrugados de miedo. AquГ­ estaba su antiguo rey, ahora era el mГЎs humilde de los esclavos. Fue uno de los mejores dГ­as que AndrГіnico podГ­a recordar.

AndrГіnico estaba sorprendido de lo fГЎcil que habГ­a sido tomar la ciudad de McCloud. ParecГ­a como si los hombres de McCloud se hubieran desmoralizado antes de que el ataque hubiera comenzado siquiera. Los hombres de AndrГіnico los habГ­an conquistado en el resplandor de un rayo; sus miles de soldados se abalanzaban, siendo mayorГ­a ante los pocos soldados que se atrevГ­an a defenderse y arremolinaron la ciudad en un abrir y cerrar de ojos. Deben haberse dado cuenta de que no tenГ­a caso resistirse. Todos habГ­an depuesto sus armas suponiendo que, si se rendГ­an, AndrГіnico los apresarГ­a.

Pero ellos no conocГ­an al gran AndrГіnico. Detestaba la rendiciГіn. Г‰l no tomaba prisioneros y deponer sus armas hacГ­a todo mГЎs fГЎcil para Г©l.

En las calles de la ciudad de McCloud corrГ­a sangre, mientras los hombres de AndrГіnico llenaban cada callejГіn, cada calle, matando a todos los hombres que podГ­an encontrar. A las mujeres y niГ±os que habГ­a tomado como esclavos, como lo hacГ­a siempre. Las casas que saquearon, una a la vez.

Mientras AndrГіnico cabalgaba lentamente por las calles, inspeccionando su triunfo, veГ­a cadГЎveres por todas partes; los despojos de la guerra amontonados, los hogares destruidos. Se volviГі y asintiГі con la cabeza a uno de sus generales, e inmediatamente el general elevГі a lo alto una antorcha, hizo una seГ±al a sus hombres, y cientos de ellos se diseminaron por toda la ciudad, prendiendo fuego a los techos de paja. Las llamas se levantaron a su alrededor, hacia el cielo, y AndrГіnico ya comenzaba a sentir el calor desde ahГ­.

"ВЎNO!". McCloud gritГі, revolcГЎndose en el suelo.

AndrГіnico sonriГі mГЎs ampliamente y acelerГі su ritmo, dirigiГ©ndose hacia una roca particularmente grande; hubo un golpe satisfactorio, y sabГ­a que el cuerpo de McCloud habГ­a cabalgado sobre ella.

AndrГіnico sintiГі gran satisfacciГіn al ver arder esta ciudad. Como habГ­a hecho en cada ciudad que habГ­a conquistado en su Imperio, primero arrasarГ­a la ciudad por completo, y despuГ©s la volverГ­a a construir, con sus propios hombres, con sus propios generales, su propio Imperio. Era su forma de actuar. No querГ­a ningГєn rastro de lo antiguo. Estaba construyendo un mundo nuevo. El mundo de AndrГіnico.

El Anillo, el Anillo sagrado que habГ­an evadido todos sus antepasados, era ahora su territorio. Apenas podГ­a creerlo. RespirГі profundamente, pensando en cuГЎn grande era Г©l. Muy pronto, cruzarГ­a la Zona MontaГ±osa y conquistarГ­a tambiГ©n la otra mitad del Anillo. Entonces no habrГ­a ningГєn lugar del planeta que su pie no habrГ­a pisado.

Andrónico subió a la imponente estatua de McCloud, en la Plaza de la ciudad y se detuvo ante ella. Estaba ahí como un santuario, con sus quince metros de altura, hecha de mármol. Mostraba una versión de McCloud que Andrónico no reconocía – un McCloud joven, en forma, musculoso, blandiendo una espada con orgullo. Era egocéntrico. Por eso, Andrónico lo admiraba. Una parte de él quería llevarse la estatua de vuelta a casa, instalarla en su palacio como un trofeo.

Pero otra parte de él se sentía a disgusto con ella. Sin pensarlo, bajó la mano, sacó su honda – tres veces mayor que la de cualquier ser humano, lo suficientemente grande para sostener  una piedra del tamaño de una pequeña roca – la jaló hacia atrás y la lanzó con todas sus fuerzas.

La pequeГ±a roca volГі por el aire y pegГі en la cabeza de la estatua. La cabeza de mГЎrmol de McCloud se hizo pedazos, haciendo explotar el cuerpo. AndrГіnico entonces soltГі un grito, levantГі su mayal de dos manos, lo cargГі y lo lanzГі con todas sus fuerzas.

AndrГіnico rompiГі el torso de la estatua y el mГЎrmol se vino abajo, entonces se estrellГі en el suelo, rompiГ©ndose con un gran ruido. AndrГіnico dio vuelta a su caballo y se asegurГі, mientras cabalgaba, de que el cuerpo de McCloud fuera raspado sobre los fragmentos.

"ВЎPagarГЎs por eso!", gritГі dГ©bilmente un agonizante McCloud.

AndrГіnico riГі. HabГ­a encontrado a muchos seres humanos en su vida, pero Г©ste podrГ­a ser el mГЎs patГ©tico.

"ВїLa pagarГ©?". gritГі AndrГіnico.

McCloud era demasiado testarudo; no apreciaba el poder del gran AndrГіnico. Se le tenГ­a que enseГ±ar, de una vez por todas.

AndrГіnico analizГі la ciudad, y sus ojos se fijaron en lo que sin duda era el castillo de McCloud. PateГі a su caballo y se fue a galope, sus hombres iban detrГЎs de Г©l, mientras arrastraba a McCloud por el patio polvoriento.

AndrГіnico subiГі docenas de escalones de mГЎrmol, con el cuerpo de McCloud haciendo ruido por los golpazos que recibГ­a, gritando y gimiendo con cada paso, y luego continuГі avanzando, hasta la entrada de mГЎrmol. Los hombres de AndrГіnico ya estaban haciendo guardia en las entradas; a sus pies estaban los cadГЎveres sangrientos de los ex guardias de McCloud. AndrГіnico sonriГі con satisfacciГіn al ver que ya todos los rincones de la ciudad eran suyos.

AndrГіnico continuГі cabalgando, a travГ©s de las puertas del gran castillo, dentro de un corredor de altГ­simos techos abovedados, todos hechos de mГЎrmol. Se maravillГі ante la desmesura de este rey McCloud. Era obvio que no habГ­a reparado en gastos para complacerse a sГ­ mismo.

Ahora su dГ­a habГ­a llegado. AndrГіnico continuГі cabalgando con sus hombres por los amplios corredores, las pezuГ±as de los caballos haciendo eco de las paredes, a lo que claramente era la sala del trono de McCloud. AtravesГі las puertas de roble y fue directo al centro de la sala, un trono insultante, hecho a mano, de oro, en el centro de la cГЎmara.

AndrГіnico desmontГі, lentamente subiГі los escalones oro y se sentГі en Г©l.

RespirГі profundamente mientras se volvГ­a y miraba a sus hombres, a sus docenas de generales sentados a caballo, a la espera de sus Гіrdenes. MirГі al ensangrentado McCloud, aГєn atado a su caballo, gimiendo. ObservГі esa habitaciГіn, examinГі las paredes, las banderas, la armadura, el armamento. MirГі la elaboraciГіn de ese trono y lo admirГі. Estaba consideraba derretirlo, o tal vez llevГЎrselo para sГ­ mismo. Tal vez se lo darГ­a a uno de sus generales de menor rango.

Por supuesto, ese trono no era nada comparado con el trono de AndrГіnico, el trono mГЎs grande de todos los reinos, que habГ­a tomado a veinte obreros, cuarenta aГ±os para construirlo. La construcciГіn habГ­a comenzado en la Г©poca de su padre y se habГ­a terminadoВ  el dГ­a en que AndrГіnico habГ­a asesinado a su propio padre. HabГ­a sido el momento perfecto.

AndrГіnico mirГі con desprecio a McCloud, ese ser humano patГ©tico y se preguntГі cuГЎl serГ­a la mejor forma para hacerlo sufrir. AnalizГі la forma y el tamaГ±o de su crГЎneo y decidiГі que le gustarГ­a encogerlo y ponerlo en su collar, con las otras cabezas encogidas que tenГ­a alrededor de su cuello. Pero AndrГіnico se daba cuenta de que antes de matarlo, necesitarГ­a algГєn tiempo para quitar volumen de su cara, de sus pГіmulos, para que se viera mejor alrededor de su cuello. No querГ­a una cara regordetaВ  rechoncha que arruinara la estГ©tica de su collar. Lo dejarГ­a vivo durante algГєn tiempo y mientras tanto, lo torturarГ­a. SonriГі para sГ­ mismo. SГ­, era un plan muy bueno.

"TrГЎiganmelo", ordenГі AndrГіnico a uno de sus generales, con su antiguo y ronco gruГ±ido.

El general saltГі sin dudarlo un instante, corriГі hacia McCloud, cortГі la cuerda y arrastrГі el cuerpo sangriento a travГ©s del suelo, manchГЎndolo de rojo mientras se acercaba. Lo dejГі ante los pies de AndrГіnico.

"ВЎNo te saldrГЎs con la tuya!", murmurГі McCloud, dГ©bilmente.

AndrГіnico meneГі la cabeza; este humano nunca aprenderГ­a.

"Aquí estoy, sentado en tu trono", dijo Andrónico. "Y estás tú, tirado a mis pies. Debo pensar que es seguro decir que puedo hacer lo que me dé la gana. Y ya lo hice”.

McCloud yacГ­a ahГ­, gimiendo y retorciГ©ndose.

"Lo primero que tengo planeado hacer", dijo Andrónico, "será obligarte a rendir pleitesía a tu nuevo rey y amo. Acércate a mí ahora y ten el honor de ser el primero que se arrodille delante de mí en mi nuevo reino, el primero en besar mi mano y en llamarme rey de lo que fue una vez el lado McCloud del Anillo”.

McCloud mirГі hacia arriba y a gatas se mofГі de AndrГіnico

"ВЎNunca!", dijo Г©l y se dio vuelta y escupiГі en el suelo.

AndrГіnico se reclinГі y riГі. Sinceramente disfrutaba eso. No habГ­a conocido a un humano tan voluntarioso desde hacГ­a bastante tiempo.

AndrГіnico se dio la vuelta y asintiГі con la cabeza, y uno de sus hombres sujetГі a McCloud por detrГЎs, mientras que otro se le acercГі y le sostuvo la cabeza para que no la moviera. Un tercero se acercГі con una navaja larga. Mientras se acercaba, McCloud se desplomГі de miedo.

"ВїQuГ© haces?", preguntГі McCloud con pГЎnico, con voz varias octavas mГЎs arriba.

El hombre se agachГі y rГЎpidamente afeitГі la mitad de la barba de McCloud. McCloud levantГі la mirada, claramente desconcertado de que el hombre no lo hubiera lastimado.

Andrónico asintió con la cabeza, y otro hombre dio un paso adelante con un largo atizador, en cuyo extremo estaba tallado en hierro el emblema del Reino de Andrónico – un león con un pájaro en su pico. Brillaba en  color naranja, ardiendo, y mientras los demás mantenían agachado a McCloud, el hombre bajó el atizador hacia su ahora descubierta mejilla.

"ВЎNO!". McCloud chillГі, al darse cuenta.

Pero ya era demasiado tarde.

Se oyГі un grito terrible a travГ©s del aire, acompaГ±ado de un silbido y el olor a carne quemada. AndrГіnico vio con alegrГ­a cГіmo el atizador quemaba mГЎs y mГЎs profundamente la mejilla de McCloud. El silbido creciГі mГЎs fuerte, los gritos eran casi intolerables.

Finalmente, despuГ©s de unos diez segundos, tiraron a McCloud.

McCloud se desplomГі al suelo, inconsciente, babeando, mientras salГ­aВ  humo desde la mitad de su rostro. Ahora portaba el emblema de AndrГіnico, quemado en su carne.

AndrГіnico se inclinГі hacia adelante, mirГі hacia abajo al inconsciente McCloud y admirГі la obra.

"Bienvenido al Imperio".




CAPГЌTULO DOS


Erec estaba parado en la cima de la colina, en el borde del bosque y vio al  pequeño ejército acercarse, y su corazón enardeció. Había nacido para un día como éste. En algunas batallas, la línea era borrosa entre lo justo y lo injusto – pero no en este día. El Lord de Baluster había robado a su novia sin reparo, y había sido jactancioso y no sentía arrepentimiento. Se le había hecho consciente de su crimen, se le había sido dado la oportunidad de enmendar su error y se había negado a rectificarlo. Se había buscado su infortunio. Sus hombres debieron haber dejado las cosas así – sobre todo ahora que estaba muerto.

Pero ahí iban cabalgando, cientos de ellos, mercenarios a sueldo de ese Lord menor – todos empeñados en matar a Erec únicamente porque ese hombre les había pagado. Iban hacia él en su brillante armadura verde, y cuando se acercaron, soltaron un grito de guerra. Como si eso pudiera asustarlo.

Erec no tenía miedo. Había visto demasiadas batallas así. Si algo había aprendido en todos sus años de formación, era a nunca temer cuando luchaba del lado de los justos. Le habían enseñado que la justicia, no siempre  prevalecer— pero le daba a su portador la fuerza de diez hombres.

No era miedo lo que Erec sintiГі cuando vio a cientos de hombres acercГЎndose, sabiendo queВ  probablemente morirГ­a ese dГ­a. Era una expectativa. Le habГ­an dado la oportunidad de morir en la forma mГЎs honorable, y eso era un regalo. HabГ­a hecho una promesa de gloria, y hoy, su promesa exigГ­a el cumplimiento.

Erec sacó su espada y caminó hacia la ladera a pie, corriendo hacia el ejército mientras se dirigían hacia él. En este momento deseaba más que nunca tener a su fiel caballo, Warkfin, para acompañarlo en la batalla— pero tuvo una sensación de paz sabiendo que Warfkin llevaba a Alistair de regreso a Savaria, a la seguridad de la corte del Duque.

Mientras se acercaba a los soldados, a unos 15 metros de distancia, Erec tomГі velocidad, corriendo hacia el caballero lГ­der que estaba en el centro. Ellos no redujeron la velocidad, y tampoco Г©l y se preparГі para el enfrentamiento.

Erec sabía que tenía una ventaja: trescientos hombres no podían caber físicamente lo  suficientemente cerca para que todos atacaran a un hombre al mismo tiempo; él sabía de su entrenamiento que a lo sumo seis hombres a caballo podrían acercarse lo suficiente para atacar a un hombre a la vez. La manera en que Erec lo veía, eso significaba que sus posibilidades no eran trescientas en una – sino seis en una. Mientras pudiera acabar con los seis hombres delante de él en todo momento, tenía la oportunidad de ganar. Era sólo cuestión de si tenía la resistencia para lograrlo.

Mientras Erec bajaba por la colina, sacó de su cintura el arma que sabía que sería mejor: un mayal con una cadena de nueve metros de largo, en cuyo extremo había una bola con pinchos, de metal. Era un arma para poner una trampa en el camino – o para una situación justo como ésta.

Erec esperГі hasta el Гєltimo momento, hasta que el ejГ©rcito no tuvo tiempo de reaccionar, luego girГі el mayal por lo alto de la cabeza alta mayal y lo lanzГі al otro lado del campo de batalla. ApuntГі hacia un pequeГ±o ГЎrbol, y la cadena con picos se extendiГі por el campo de batalla; mientras la pelota se envolvГ­a alrededor de ella, Erec se enrollГі y cayГі al suelo, evitando las lanzas que estaban a punto de ser lanzadas hacia Г©l, y sostuvo el mango con todas sus fuerzas.

Él lo tenía perfectamente calculado: no hubo tiempo para que el ejército reaccionara. Lo vieron en el último segundo y trataron de detener a sus caballos— pero iban demasiado rápido y no hubo tiempo.

Toda la lГ­nea del frente corriГі hacia ella, la cadena con picos le cortГі las patas a los caballos, haciendo que los jinetes cayeran de bruces hacia el suelo; los caballos cayeron encima de ellos. Docenas de ellos fueron aplastados en el caos.

Erec no tenГ­a tiempo para estar orgulloso del daГ±o que habГ­a hecho: otro flanco del ejГ©rcito se dio vuelta y se dirigiГі hacia Г©l con un grito de batalla, y Erec rodГі a sus pies para enfrentarlos.

Mientras el caballero al mando levantaba una jabalina, Erec aprovechГі la ventaja que tenГ­a: Г©l no tenГ­a un caballo y no podГ­a enfrentarse a esos hombres a su altura, pero ya que estaba abajo, le vendrГ­a bien hacer uso del suelo. Erec se lanzГі al suelo repentinamente, enrollado, levantГі su espada y cortГі las patas del caballo del hombre. El caballo se desplomГі y el soldado cayГі de bruces antes de que tuviera oportunidad de soltar su arma.

Erec continuГі rodando y logrГі evitar la estampida de las patas de los caballos alrededor de Г©l, quienes tuvieron que separarse para evitar chocar con el caballo derribado. Muchos no lo lograron, tropezando con el animal muerto y docenas de caballos mГЎs se estrellaron en el suelo, levantando una nube de polvo y provocando un estancamiento entre el ejГ©rcito.

Era exactamente lo que Erec habГ­a esperado: polvo y confusiГіn, docenas mГЎs cayendo al suelo.

Erec se puso de pie de un salto, levantГі su espada y bloqueГі una espada que iba a caer sobre su cabeza. Se girГі y bloqueГі una jabalina, despuГ©s una lanza, luego un hacha. Se defendiГі de los golpes que le llovГ­an desde todos los ГЎngulos, pero sabГ­a que no podrГ­a aguantar asГ­ mucho tiempo. TenГ­a que atacar si querГ­a tener alguna oportunidad.

Erec rodГі, se arrodillГі y lanzГі su espada como si se tratara de una lanza. VolГі por el aire y llegГі hasta el pecho de su atacante mГЎs cercano; sus ojos se abrieron de par en par y cayГі de su caballo hacia un lado, muerto.

Erec aprovechГі la oportunidad para saltar sobre el caballo del hombre, arrebatando el mayal de sus manos antes de que muriera. Era un buen mayal y Erec le habГ­a elegido por esa razГіn; tenГ­a un mango plateado largo y adornado y una cadena de un metro veinte centГ­metros, con tres bolas con pinchos en la punta. Erec retrocediГі y le dio vueltas porВ  encima de la cabeza, golpeando las armas de las manos de varios oponentes a la vez; despuГ©s volviГі a darle vueltas y los derribГі de sus caballos.

Erec observó el campo de batalla y vio que había hecho un daño considerable, derribando a casi un centenar de caballeros. Pero los otros, por lo menos doscientos de ellos, se estaban reagrupando y dirigiéndose hacia él— y estaban todos decididos.

Erec saliГі a enfrentarlos, era un hombreВ  contra doscientos y elevГі un gran grito de batalla, subiendo su mayal todavГ­a mГЎs alto y orando a Dios para mantener su fuerza.


*

Alistair lloraba mientras se sostenía de Warkfin con todas sus fuerzas; el caballo galopaba, llevándola por el conocido camino a Savaria. Ella había estado gritándole y pateando a la bestia todo el camino, tratando con todas sus fuerzas hacerlo dar la vuelta, para volver con Erec. Pero no le hizo caso. Ella nunca antes había encontrado un caballo como éste – obedecía inquebrantablemente al comando de su amo y no vacilaría. Claramente, tenía el objetivo de llevarla exactamente al lugar al que Erec le había ordenado – y ella finalmente se resignó al hecho de que no había nada que pudiera hacer al respecto.

Alistair tenía sentimientos encontrados mientras cabalgaba a través de las puertas de la ciudad; ciudad en la que había vivido mucho tiempo como esclava. Por un lado, estaba familiarizada con el lugar – pero por otro lado, le traía recuerdos del mesonero que la había tiranizado, de todo lo malo que había en ese lugar. Tanto había esperado para seguir adelante, para irse de ahí con Erec y empezar una nueva vida con él. Aunque se sentía segura al pasar sus puertas, también sentía una premonición creciente acerca de Erec, quien estaba ahí solo, enfrentando a ese ejército. Solo de pensarlo, sentía náuseas.

Al darse cuenta de que Warkfin no se daría la vuelta, sabía que lo mejor que podía hacer era buscar ayuda para Erec. Erec le había pedido que se quedara aquí, dentro de la seguridad de esas puertas— pero eso sería lo último que ella haría. Después de todo, era hija de un rey, y no era de las que huían por miedo ni por confrontación. Erec había encontrado a su media naranja en ella: era tan noble y tan decidida, como él. Y no se perdonaría a sí misma si algo malo le pasaba a él allá.

Conociendo bien esta ciudad real, Alistair dirigiГі a Warkfin al castillo del Duque , y ahora que estaban dentro de las puertas, el animal escuchГі. Ella cabalgГі a la entrada del castillo, desmontГі y corriГі mГЎs allГЎ de los asistentes quienes trataron de detenerla. IgnorГі sus intentos por atraparla y corriГі por los pasillos de mГЎrmol del corredorВ  que conocГ­a tan bien cuando fue sirvienta.

Alistair puso sus hombros en las grandes puertas reales hacia la sala de la cГЎmara, las abriГі y entrГі en la habitaciГіn privada del Duque.

Varios miembros del Consejo se volvieron para mirarla, todos vistiendo tГєnicas reales, el Duque estaba sentado en el centro, con varios caballeros a su alrededor. Todos tenГ­an expresiones de asombro; ella habГ­a interrumpido claramente un asunto importante.

"ВїQuiГ©n eres, mujer?", gritГі uno.

"ВїQuiГ©n se atreve a interrumpir los asuntos oficiales del Duque?", gritГі otro.

"Reconozco a la mujer", dijo el Duque, poniГ©ndose de pie.

"Yo tambiГ©n", dijo Brandt, a quien ella reconociГі como amigo de Erec. "Es Alistair, Вїno?", preguntГі Г©l. "ВїLa nueva esposa de Erec?".

Ella corriГі hacia Г©l, llorando y lo tomГі de lass manos.

"Por favor, mi seГ±or, ayГєdame. ВЎSe trata de Erec!".

"ВїQuГ© ha ocurrido?", preguntГі el Duque, alarmado.

"EstГЎ en grave peligro. ВЎEn este momento se enfrenta a un ejГ©rcito hostil Г©l solo! No me dejГі quedarme. ВЎPor favor! ВЎNecesita ayuda!".

Sin decir una palabra, todos los caballeros se pusieron de pie de un salto y comenzaron a correr desde el hall, ninguno de ellos vacilГі; ella se volviГі y corriГі con ellos.

"ВЎQuГ©date aquГ­!", le exhortГі Brandt.В  "ВЎNunca!", dijo ella, corriendo detrГЎs de Г©l.

"ВЎYo los conducirГ© hacia Г©l!".

Todos corrieron como al unГ­sono por los pasillos saliendo por las puertas del castillo y hacia un nutrido grupo de caballos en espera, cada uno montando el suyo sin dudarlo un instante. Alistair saltГі sobre Warkfin, lo pateГі y fue al mando del grupo, como tantas ganas de irse, como el resto de ellos.

Mientras se dirigían hacia la corte del Duque, todos los soldados alrededor de ellos comenzaron a montar sus caballos y a unirse – y para cuando salieron de las puertas de Savaria,  iban acompañados por un contingente grande y creciente de por lo menos cien hombres; Alistair montando al frente, al lado de Brandt y del Duque.

"Si Erec averigua que viajas con nosotros, serГЎ mi cabeza", dijo Brandt, montando a su lado. "Por favor,В  solamente dinos dГіnde estГЎ, mi lady".

Pero Alistair meneГі la cabeza obstinadamente, limpiГЎndose las lГЎgrimas mientras cabalgaba con mГЎs fuerza, con un gran retumbo de todos esos hombres alrededor de ella.

"ВЎPrefiero ir a la tumba que abandonar a Erec!".




CAPГЌTULO TRES


Thor cabalgaba con cautela por el sendero del bosque; Reece,В  O'Connor, Elden y los gemelos iban a caballo junto a Г©l, Krohn muy de cerca, mientras todos emergГ­an del bosque al otro lado del CaГ±Гіn. El corazГіn de Thor se acelerГі con anticipaciГіn cuando finalmente llegaron al perГ­metro del espeso bosque. LevantГі una mano, indicando a los demГЎs guardar silencio, y todos se detuvieron junto a Г©l.

Thor analizó la gran extensión de playa, de cielo abierto y más allá, el vasto mar amarillo que les llevaría a las lejanas tierras del Imperio. El Tartuvio. Thor no había visto sus aguas desde su viaje de Los Cien. Se sentía raro estar de vuelta otra vez— y esta vez, con una misión que tenía  el destino del Anillo.

DespuГ©s de cruzar el puente del CaГ±Гіn, su corto recorrido por el bosque en la selva habГ­a sido sin incidentes. Thor habГ­a sido instruido por Kolk y por Brom para que buscara un pequeГ±o barco anclado en las costas del Tartuvio, ocultado cuidadosamente bajo las ramas de un ГЎrbol inmenso que se cernГ­a sobre el mar. Thor siguiГі sus instrucciones exactamente, y cuando llegaron al perГ­metro del bosque, vio la embarcaciГіn, bien escondida, lista para llevarlos a donde necesitaban ir. Se sintiГі aliviado.

Pero entonces vio a seis tropas del Imperio paradas en la arena ante el barco, inspeccionГЎndola. Otro soldado habГ­a subido a bordo del barco, atracado parcialmente en la playa, balanceГЎndose en el suave vaivГ©n de las olas. Se suponГ­a que no deberГ­a haber nadie ahГ­.

Era un golpe de mala suerte. Mientras Thor miraba mГЎs allГЎ en el horizonte, vio el contorno distante de lo que parecГ­a ser toda la flota del Imperio, miles de negros buques que enarbolaban las banderas negras del Imperio. Por suerte no navegaban hacia Thor, sino hacia una direcciГіn diferente, hacia la ruta larga y circular, para llevarlos alrededor del Anillo, al lado de McCloud, donde habГ­an traspasado el CaГ±Гіn. Afortunadamente, su flota estaba absorta con ruta diferente.

Excepto por una patrulla. Esos seis soldados del Imperio, probablemente exploradores en una misiГіn de rutina, de alguna manera debieron haberse topado con el barco de esta LegiГіn. Fue inoportuno. Si Thor y los otros hubieran llegado a la orilla unos minutos antes, probablemente ya los habrГ­an abordado y sacado. Ahora, tenГ­an un enfrentamiento en sus manos. No podГ­an evitarlo.

Thor mirГі hacia arriba y hacia abajo, a la playa, y no vio a otros contingentes de tropas del Imperio. Al menos eso tenГ­an a su favor. Probablemente era una patrulla solitaria.

"PensГ© que el barco iba a estar bien oculto", dijo O'Connor.

"Al parecer no lo suficiente", comentГі Elden.

Los seis estaban montados en sus caballos, mirando al barco y al grupo de soldados.

"No tardarГЎn en avisar a otras tropas del Imperio", observГі Conven.

"Y entonces tendremos una guerra total en nuestras manos", aГ±adiГі Conval.

Thor sabГ­a que tenГ­an razГіn. Y no podrГ­an arriesgarse a eso.

"O'Connor", dijo Thor, "eres el que mejor tino tiene del grupo. Te he visto dar en el blanco a quince metros de distancia. ВїVer eso en la proa? Tenemos una oportunidad. ВїPuedes hacerlo?".

O'Connor asintiГі con la cabeza; con la mirada fija en los soldados del Imperio. Deliberadamente extendiГі la mano sobre su hombro, levantГі su arco, colocГі una flecha y la sostuvo, preparado.

Todos estaban mirando a Thor, y se sintiГі preparado para liderar.

"O'Connor, cuando dГ© la seГ±al, dispara. DespuГ©s atacaremos a los que estГЎn abajo. Todos los demГЎs, usen sus armas de arrojar cuando nos acerquemos. Traten de acercarse lo mГЎs que puedan primero".

Thor hizo seГ±as con la mano, y de repente, O'Connor soltГі la cuerda.

La flecha volГі por el aire con un ruido silbante, y fue un tiro perfecto; su punta metГЎlica perforГі el corazГіn del soldado del Imperio. El soldado estaba parado allГ­, sus ojos se abrieron de par en par por un momento, como si no entendiera lo que estaba ocurriendo; despuГ©s, repentinamente extendiГі sus brazos ampliamente y cayГі hacia adelante, de bruces, en una zambullida de cabeza, cayendo en la arena con un chapoteo a los pies de sus compaГ±eros, manchando la arena de rojo.

Thor y los demГЎs fueron al ataque, eran una mГЎquina bien aceitada, sincronizados unos con otros. El sonido de sus caballos galopando los delataron, y los otros seis soldados se volvieron y los enfrentaron. Los soldados montaron sus caballos y fueron al ataque, preparГЎndose para reunirse con ellos al centro.

Thor y sus hombres todavГ­a tenГ­an la ventaja de la sorpresa. Thor estirГі la mano hacia atrГЎs y lanzГі una piedra con su honda y golpeГі a uno de ellos en la sien, a dieciocho metros de distancia, mientras estaba a punto de montar su caballo. CayГі de Г©ste, muerto, con las riendas todavГ­a en sus manos.

Cuando ellos se acercaron, Reece lanzГі su hacha, Elden su lanza y cada uno de los gemelos sus dagas. Las arenas eran irregulares y los caballos se resbalaban, haciendo que arrojar las armas fuera mГЎs difГ­cil de lo habitual. El hacha de Reece encontrГі su marca, matando a uno de ellos, pero no le pegГіВ  a los demГЎs.

Quedaban cuatro de ellos. El lГ­der se separГі del grupo, yendo directamente hacia Reece, que estaba desarmado; habГ­a lanzado su hacha pero no habГ­a tenido tiempo para sacar su espada todavГ­a. Reece se preparГі, y en el Гєltimo segundo Krohn saltГі hacia adelante, mordiГі al caballo del soldado en la pierna y el caballo se desplomГі, su jinete cayГі al suelo, salvГЎndose Reece en el Гєltimo momento.

Reece sacГі su espada y apuГ±alГі al soldado, matГЎndolo antes de que Г©l pudiera ponerse de pie.

AsГ­ quedaban tres. Uno de ellos vino por Elden con un hacha, balanceando por su cabeza; Elden la bloqueГі con su escudo y con el mismo movimiento balanceГі su espada y cortГі el mango del hacha a la mitad. Elden entonces girГі con su escudo y golpeГі al atacante en un costado de la cabeza, derribГЎndolo de su caballo.

Otro soldado tirГі un mayal de su cintura e hizo pivotar su larga cadena; el extremo con picos de repente se dirigiГі hacia O'Connor. OcurriГі muy rГЎpido, y no habГ­a tiempo para que O'Connor reaccionara.

Thor lo anticipГі y fue hacia el costado de su amigo, levantando su espada y cortando la cadena del mayal, antes de golpear a O'Connor. Se escuchГі el sonido de la espada cortando el hierro, Thor se sorprendiГі de lo afilada que era su espada nueva. La bola con pinchos saliГі volando sin causar daГ±o al suelo y se alojГі en la arena, salvando la vida de O'Connor. DespuГ©s, Conval apuГ±alГі al soldado con una lanza, matГЎndolo.

El Гєltimo soldado del Imperio vio que estaba en desventaja; con temor en sus ojos, se volviГі de repente y se fue, corriendo por la orilla; las huellas de su caballo dejaban profundas marcas en la arena.

Todos ellos pusieron su mirada en el soldado que se retiraba. Thor lanzó una piedra con su honda, O’Connor tomó su arco y disparó y Reece arrojó una lanza. Pero el soldado cabalgó demasiado erráticamente, el caballo se sumergía en la arena, y todos fallaron.

Elden sacГі su espada y Thor pudo ver que estaba a punto de ir tras Г©l. Thor tendiГі una mano y le hizo una seГ±al para que se quedara quieto.

"ВЎNo!", gritГі Thor.

Elden se volviГі y le mirГі.

"¡Si sobrevive, enviará a otros tras nosotros!", protestó Elden. Thor se dio vuelta y miró al barco y sabía que tomaría un tiempo valioso cazarlo – tiempo que no tenían. "El Imperio vendrá tras nosotros, pase lo que pase", dijo Thor.



"No tenemos tiempo que perder. Lo mГЎs importante ahora es que nos alejemos de aquГ­. ВЎAl barco!".

Desmontaron mientras llegaban al barco y Thor metió la mano en su silla y comenzó a vaciar todas sus provisiones, mientras los demás hacían lo mismo, cargando las armas y sacos de comida y agua. Nadie sabía cuánto tiempo tomaría el viaje, cuánto tiempo pasaría hasta que volvieran a ver tierra – si volvían a verla alguna vez. Thor también llevó comida para Krohn.

Lanzaron los sacos por encima de la barandilla del barco; aterrizaron en la cubierta superior con un golpe seco.

Thor agarrГі la cuerda gruesa, anudada, que colgaba de un lado; la cuerda ГЎspera que cortaba sus manos y la probГі. ColocГі a Krohn encima de su hombro, el peso de las dos ponГ­a en prueba a sus mГєsculos y subiГі hacia la cubierta. Krohn se quejГі cerca de su oГ­do, abrazando a su pecho con sus garras afiladas, aferrГЎndose a Г©l.

Pronto Thor estaba encima de la barandilla, Krohn saltando hacia la cubierta – y los demás los siguieron de cerca. Thor se inclinó y vio hacia abajo a los caballos en la playa, que miraban hacia arriba, como esperando una orden.

"ВїY quГ© pasarГЎ con ellos?", preguntГі Reece, acercГЎndose a su lado.

Thor se volviГі y analizГі el barco: tal vez medГ­a seis metros de largo y la mitad de ancho. Era lo suficientemente grande para ellos siete, pero no para sus caballos. Si intentaban llevarlos, los caballos podrГ­an pisotear la madera, daГ±ar el barco. Tuvieron que abandonarlos.

"No tenemos elección”, dijo Thor, mirándolos con nostalgia. "Tendremos que encontrar a otros nuevos".

O'Connor se inclinГі sobre el riel.

"Son caballos inteligentes", dijo O'Connor. "Yo los entrenГ© bien. VolverГЎn a casa cuando se los ordene".

O'Connor silbГі agudamente.

Al unГ­sono, los caballos se dieron vuelta y escaparon, corriendo por la arena y desapareciendo en el bosque, dirigiГ©ndose hacia el Anillo.

Thor se volviГі y mirГі a sus hermanos, en el barco, al mar frente a ellos. Ahora quedaron varados, sin caballos, no tenГ­an ninguna otra opciГіn mas que seguir adelante. Empezaban a asimilar la realidad. Estaban verdaderamente solos, sin nada mГЎs que este barco, y a punto de irse de las costas del Anillo para siempre. Ya no habГ­a marcha atrГЎs.

"ВїY cГіmo vamos a conseguir meter a este barco en el agua?", preguntГі Conval, mientras todos miraban hacia abajo, a cuatro metros y medio del casco.В  Una pequeГ±a parte de Г©l estaba en el vaivГ©n de las olas del Tartuvio, pero la mayorГ­a estaba en la arena.

"ВЎVengan aquГ­!", dijo Conven.

Se apresuraron hacia el otro lado, donde una gruesa cadena de hierro colgaba sobre el borde, en cuyo fondo estaba una bola de hierro inmensa, varada en la arena.

Conven se inclinГі y tirГі de la cadena. GimiГі y luchГі, pero no pudo levantarla.

"Es demasiado pesada", dijo gruГ±endo.

Conval y Thor se apresuraron y le ayudaron y mientras los tres agarraban la cadena y tiraban de ella, Thor se sorprendiГі por su peso: incluso con los tres de ellos jalando, solo podГ­an levantarla unos centГ­metros. Finalmente, todos la soltaron, y cayГі en la arena.

"DГ©jenme ayudar", dijo Elden, avanzando.

Con su enorme tamaГ±o, Elden era mГЎs alto que ellos y se inclinГі y tirГі de la cadena y logrГі levantar la bola en el aire. Thor estaba asombrado. Los demГЎs se pusieron de pie de un salto y jalaron al unГ­sono, subiendo el ancla treinta centГ­metros a la vez y finalmente encima de la barandilla y sobre la cubierta.

El barco empezГі a moverse, balanceГЎndose un poco en las olas, pero permanecГ­a varado en la arena.

"Las pГ©rtigas", dijo Reece.Thor se volviГі y vio dos postes de madera, de casi seis metros de longitud, montados a los costados del barco y se dio cuenta de para quГ© servГ­an.

CorriГі hacia Reece y agarrГі uno, mientras Conval y Conven sujetaban el otro.

"ВЎCuando salgamos", gritГі Thor, "ВЎlevanten las velas!".

Se inclinaron, clavaron los postes en la arena y empujaron con todas sus fuerzas; Thor gimiГі del esfuerzo. Lentamente, el barco comenzГі a moverse, sГіlo un poquito. Al mismo tiempo, Elden y O'Connor corrieron hacia el centro del barco y tiraron de las cuerdas para elevar las velas de la lona, elevГЎndolas con esfuerzo, treinta centГ­metros a la vez. Afortunadamente habГ­a una fuerte brisa, y mientras Thor y los demГЎs empujaban contra la costa, luchando con toda su fuerza para sacar a este pesado barco fuera de la arena, las velas se elevaron mГЎs y comenzaron a tomar vuelo.

Finalmente, el barco se sacudiГі debajo de ellos mientras se deslizaba en el agua, flotando, ingrГЎvido; los hombros de Thor temblaban por el esfuerzo. Elden y O'Connor izaron las velas a todo mГЎstil, y pronto estaban dejГЎndose llevar hacia el mar.

Todos soltaron un grito de triunfo, mientras volvГ­an a colocan los postes en su lugar y corrГ­an a ayudar a Elden y a O'Connor a asegurar las cuerdas. Krohn chillaba junto a ellos, emocionado por todo.

El barco estaba a la deriva sin rumbo y Thor se apresurГі al timГіn, O'Connor a su lado.

"ВїQuieres tomar el timГіn?", preguntГі Thor a O'Connor.

O’Connor sonrió ampliamente.

"Me encantarГ­a".

Comenzaron a ganar velocidad, navegando por las aguas amarillas del Tartuvio, con el viento a sus espaldas. Finalmente estaban en movimiento, y Thor respirГі profundamente. Ya habГ­an salido.

Thor se dirigiГі a la proa, Reece iba junto a Г©l, mientras Krohn apareciГі entre ellos y se reclinГі en la pierna de Thor, mientras que Thor se agachaba y acariciaba su suave piel blanca. Krohn se reclinГі y lamiГі a Thor; Thor buscГі en un pequeГ±o saco y sacГі un pedazo de carne para Krohn, quien se la arrebatГі.

Thor miraba hacia el vasto mar delante de ellos. El horizonte lejano estaba salpicado de barcos negros del Imperio, seguramente rumbo al lado del Anillo de McCloud. Por suerte, ellos estaban distraГ­dos y no podГ­an estar al acecho de un barco solitario que se dirigГ­a a su territorio. El cielo estaba claro, habГ­a un fuerte viento a sus espaldas, y continuaron ganando velocidad.

Thor mirГі y se preguntГі quГ© habГ­a ante ellos. Se preguntГі cuГЎnto faltaba para llegar a tierras del Imperio, quГ© podrГ­a estar esperando para recibirlos. Se preguntГі cГіmo encontrarГ­an la espada, cГіmo terminarГ­a todo esto. SabГ­a que las probabilidades estaban en contra de ellos, sin embargo, se sentГ­a eufГіrico que finalmente en el viaje, emocionado de estar navegando, emocionado de que habГ­an llegado hasta ahГ­, y ansioso de recuperar la Espada.

"ВїQuГ© pasa si no estГЎ allГ­?", preguntГі Reece. Thor se volviГі y le mirГі.



"La Espada", agregГі Reece. "ВїQuГ© pasarГЎ si no estГЎ ahГ­? ВїO si se ha perdido? ВїO destruido? ВїO si nunca la encontramos? El Imperio es vasto, despuГ©s de todo".

“¿O qué pasará si el Imperio descubrió cómo blandirla?", preguntó Elden con su voz ronca, acercándose a ellos. "¿Qué pasará si la encontramos pero no podemos llevarla de regreso?", preguntó Conven.



El grupo se quedГі ahГ­ parado, oprimido por lo que les esperaba, por el mar de preguntas sin respuesta. Este viaje era una locura, Thor lo sabГ­a.

Era una locura.




CAPГЌTULO CUATRO


Gareth caminaba por el enlosado del estudio de su padre – una pequeña cámara en el piso superior del castillo que su padre quería tanto – y, poco a poco, lo hizo pedazos.

Gareth revisГі de librero en librero, tirando abajo volГєmenes valiosos, libros de cuero antiguo que habГ­an estado en la familia durante siglos, rompiendo el encuadernado y haciendo pedacitos las hojas. Mientras los lanzaba en al aire, caГ­an encima de su cabeza como copos de nieve, aferrГЎndose a su cuerpo y a la baba corriendo por sus mejillas. Estaba determinado a destruir hasta la Гєltima cosa en este lugar que su padre habГ­a amado, un libro a la vez.

Gareth se apurГі a la mesa de la esquina, tomГі lo que quedaba de su pipa de opio y con las manos temblorosas chupГі con fuerza, necesitando el golpe mГЎs que nunca. Era adicto, lo fumaba a cada minuto que podГ­a, decidido a bloquear las imГЎgenes de su padre que lo perseguГ­aВ  en sus sueГ±os, e incluso ahora, cuando estaba despierto.

Como Gareth baje el tubo, vio a su padre antes que Г©l, de pie, un cadГЎver en descomposiciГіn. Cada vez que el cadГЎver estaba mГЎs deteriorado, con mГЎs esqueleto que carne; Gareth se alejaba de la horrible vista.

Gareth utilizado para intentar atacar la imagen – pero había aprendido que no sirvió. Así que ahora volteaba su cabeza, constantemente, siempre mirando a lo lejos. Siempre era lo mismo: su padre llevaba una corona oxidada, tenía la boca abierta, sus ojos lo miraban con desprecio, extendiendo un solo dedo, apuntándole acusatoriamente. En esa mirada terrible, Gareth sentía que sus días estaban contados, sentía que era sólo cuestión de tiempo para reunirse con él. Odiaba verlo, más que a otra cosa. Si hubiera habido algo que pudiera salvarlo por haber asesinado a su padre, sería que no necesitaba volver a ver su cara. Pero ahora, irónicamente, lo veía más que nunca.

Gareth dio la vuelta y lanzГі la pipa de opio a la apariciГіn, con la esperanza de que si lo tiraba rГЎpidamente, en realidad podrГ­a golpearlo.

Pero la pipa solamente volГі por el aire y se estrellГі contra la pared, rompiГ©ndose. Su padre aГєn estaba ahГ­ parado y lo mirГі.

"Esas drogas no van a ayudarte ahora", le regaГ±Гі su padre.

Gareth no podГ­a aguantar mГЎs. Se dirigiГі hacia la apariciГіn, con las manos extendidas, arremetiendo para rasguГ±ar el rostro de su padre; pero como siempre, navegГі solamente a travГ©s del aire, y esta vez fue dando tumbos por toda la habitaciГіn y aterrizГі con fuerza en el escritorio de madera de su padre, haciendo que se estrellara en el suelo junto con Г©l.

Gareth rodó en el suelo, sin aliento y miró hacia arriba y vio que se había cortado el brazo. Estaba goteando sangre en su camisa, y miró hacia abajo y notó que aún llevaba la camiseta con la que había dormido durante varios días; de hecho, no se había cambiado desde hacía varias semanas. Se miró en un reflejo de sí mismo y vio que su pelo era salvaje; se veía como un rufián común. Una parte de él apenas podía creer que había caído tan bajo. Pero a otra parte de él, ya no le importaba. Lo único que quedaba dentro de él, era un ardiente deseo de destruir – destruir cualquier vestigio de su padre que alguna vez hubiera existido. Le gustaría arrasar con este castillo y a la Corte del Rey con él. Sería la venganza por el tratamiento que recibió cuando era niño. No podía olvidar esos recuerdos, como si fueran una espina que no podía quitarse.

La puerta al estudio de su padre estaba bien abierta y entrГі uno de los asistentes de Gareth, con una mirada de miedo.

"Mi seГ±or", dijo el asistente. "EscuchГ© un estrГ©pito. ВїSe encuentra bien? Mi seГ±or, ВЎestГЎ sangrando!".

Gareth mirГі al muchacho con odio. Gareth tratГі de ponerse de pie para arremeter contra Г©l, pero resbalГі con algo y cayГі al suelo, desorientado porВ  el Гєltimo golpe de opio.

"Mi seГ±or, ВЎyo le ayudarГ©!".

El chico se abalanzГі y agarrГі el brazo de Gareth, que era demasiado delgado, apenas carne y hueso.

Pero Gareth todavГ­a tenГ­a una reserva de fuerza y cuando el chico tocГі su brazo, Г©l lo empujГі, haciГ©ndolo volar a travГ©s de la habitaciГіn.

"Si vuelves a tocarme otra vez, te cortarГ© las manos", dijo Gareth furioso.

El chico se retiró con miedo, y al hacerlo, otro asistente entró en la sala, acompañada por un hombre mayor, a quien Gareth vagamente reconoció. En algún lugar de su mente lo conocía – pero no podía ubicarlo.

"Mi seГ±or", dijo una voz ГЎspera, de alguien mayor, "hemos estado esperГЎndolo en la Sala del Consejo desde hace medio dГ­a. Los miembros del Consejo no pueden esperar mГЎs. Tienen noticias urgentes y deben compartirlas con usted antes de que el dГ­a termine. ВїQuiere venir?".

Gareth entrecerró los ojos hacia el hombre, tratando de reconocerlo. Vagamente recordaba que le había servido a su padre. La Sala del Consejo… La reunión… Todo se arremolinaba en su mente.

"ВїQuiГ©n eres tГє?", preguntГі Gareth.

"Mi seГ±or, soy Aberthol. El asesor confiable de su padre", dijo, acercГЎndose.

Poco a poco iba recordando. Aberthol. El Consejo. La reuniГіn. La mente de Gareth giraba, su cabeza le dolГ­a mucho. Solo querГ­a estar solo.

"DГ©jame", dijo. "IrГ©".

Aberthol asintiГі y saliГі apresuradamente de la habitaciГіn con el asistente, cerrando la puerta detrГЎs de ellos.

Gareth se arrodilló, con la cabeza en sus manos, tratando de pensar, de recordar. Era demasiado. Empezó a recordar poco a poco. El escudo estaba abajo; el Imperio estaba atacando; la mitad de la corte se había ido; su hermana iba al mando de ellos; iban a Silesia… Gwendolyn… Eso era todo. Eso fue lo que él había estado tratando de recordar.

A Gwendolyn. Le odiaba tanto que no podría describirlo. Ahora más que nunca, quería matarla. Necesitaba matarla. Todos sus problemas en este mundo – eran por culpa de ella. Encontraría una manera de vengarse de ella, incluso si tenía que morir intentándolo. Y mataría a sus otros hermanos a continuación.

Gareth comenzГі a sentirse mejor al pensar en ello.

Con un esfuerzo supremo, luchГі por ponerse de pie y tropezГі a travГ©s de la habitaciГіn, derribando una mesa al hacerlo. Mientras sel acercaba a la puerta, vio un busto de alabastro de su padre, una escultura que su padre querГ­a, y Г©l se agachГі, lo agarrГі por la cabeza y lo arrojГі a la pared.

Se rompiГі en mil pedazos y por primera vez en ese dГ­a, Gareth sonriГі. Tal vez este dГ­a no serГ­a tan malo, despuГ©s de todo.


*

Gareth se fue pavoneando hacia la Sala de Consejo flanqueado por varios asistentes, abriendo de un portazo las enormes puertas de roble con la mano, haciendo que todos los que abarrotaban la sala saltaran ante su presencia. Todos se pusieron rГЎpidamente en posiciГіn de firmes.

Aunque normalmente esto le darГ­a a Gareth cierta satisfacciГіn, en este dГ­a, no le importaba. Se sentГ­a atormentado por el fantasma de su padre y lleno de rabia porque su hermana se habГ­a ido. Sus emociones se arremolinaban dentro de Г©l, y tenГ­a que desquitarse con el mundo.

Gareth tropezГі a travГ©s del gran salГіn por la bruma causada por el opio, caminando por el centro del pasillo hacia su trono; docenas de concejales estaban parados a un costado, mientras Г©l pasaba. Su corte habГ­a crecido y hoy la energГ­a era frenГ©tica, mientras mГЎs y mГЎs personas parecГ­an llegar con la noticia de la salida de la mitad de la Corte del Rey y del escudo que estaba abajo. Era como si quienes seguГ­an estando en la Corte del Rey estuvieran entrando buscando respuestas.

Y por supuesto, Gareth no tenГ­a ninguna.

Mientras Gareth iba pavoneГЎndose por la escalera de marfil hacia el trono de su padre, vio, esperando pacientemente detrГЎs de Г©l, a Lord Kultin, el lГ­der mercenario de su fuerza de combate privada, el Гєltimo hombre que quedaba en la Corte en quien podГ­a confiar. Junto a Г©l estaban parados docenas de sus combatientes, estaban ahГ­, en silencio, con las manos sobre sus espadas, dispuestos a luchar hasta la muerte por Gareth. Era lo Гєnico que quedaba que reconfortaba a Gareth.

Gareth se sentГі en su trono y analizГі el salГіn. HabГ­a tantas caras, reconociГі a algunos pero a muchos otros no. No confiaba en ninguno de ellos. Cada dГ­a depuraba a mГЎs gente de su Corte; ya habГ­a enviado a muchos a los calabozos y aГєn mГЎs con el verdugo. No pasaba un dГ­a sin matar alВ  menos a un puГ±ado de hombres. Pensaba que era buena polГ­tica: mantenГ­a a los hombres en estado de alerta e impedГ­a la formaciГіn de un golpe de estado.

Todos en la sala estaban callados, mirГЎndolo aturdidos. Todos estaban aterrorizados para hablar. Que era exactamente lo que Г©l querГ­a. Nada le emocionaba mГЎs que infundir miedo en sus sГєbditos.

Finalmente, Aberthol dio un paso adelante, su bastГіn haciendo eco en la piedra y aclarГі su garganta.

"Mi señor", comenzó a decir, con su voz de viejo, "nos encontramos en un momento de gran confusión en la Corte del Rey. No sé todavía qué noticias le han llegado: el Escudo está desactivado; Gwendolyn dejó la Corte del Rey y se ha llevado a Kolk, Brom, Kendrick, Atme, Los Plateados, La Legión y a la mitad de su ejército – junto con la mitad de la Corte del Rey. -Los que permanecen aquí esperan su  orientación, y saber cuál será nuestro próximo paso. La gente quiere respuestas, mi señor".

"Lo que es mГЎs", dijo otro miembro del Consejo que Gareth apenas reconocГ­a, "se ha difundido el rumor de que el CaГ±Гіn ya ha sido violado. Dicen que AndrГіnico ha invadido el lado McCloud del Anillo con su ejГ©rcito de un millГіn de hombres".

Un resuello de asombro e indignaciГіn se extendiГі por toda la sala; docenas de valientes guerreros susurraban entre ellos, llenos de miedo y un estado de pГЎnico se propagГі como reguero de pГіlvora.

"ВЎNo puede ser verdad!", exclamГі uno de los soldados.

"ВЎLo es!", insistiГі el miembro del Consejo.

"ВЎEntonces toda esperanza estГЎ perdida!", gritГі otro soldado. "Si invadieron a los McCloud, el Imperio vendrГЎ a la Corte del Rey a continuaciГіn. Es imposible que podamos mantenerlos alejados".

"Debemos discutir los tГ©rminos de rendiciГіn, mi seГ±or", dijo Aberthol a Gareth.

“¡¿De rendición?!", gritó otro hombre. "¡Nos no rendiremos jamás!".

"Si no lo hacemos", gritГі otro soldado, "nos aplastarГЎn. ВїCГіmo nos enfrentaremos a un millГіn de hombres?".

La sala estallГі en un murmullo de indignaciГіn, los soldados y los consejeros discutiendo unos con otros, en completo desorden.

El lГ­der del Consejo golpeГі su vara de hierro en el suelo de piedra y gritГі:

"ВЎORDEN!".

Poco a poco, la sala quedГі en silencio. Todos los hombres se volvieron y lo miraron.

"Todas esas son decisiones para un rey, no para nosotros", dijo uno de los hombres del Consejo. "Gareth es el rey legítimo, y no tenemos que discutir los términos de rendición – o si debemos entregarnos".

Todos voltearon a ver a Gareth.

"Mi seГ±or", dijo Aberthol, con cansancio en su voz, "ВїcГіmo propone que nos ocupemos de ejГ©rcito del Imperio?".

Hubo un silencio sepulcral en la sala.

Gareth estaba ahГ­ sentado, mirando a los hombres, queriendo responder. Pero le era mГЎs y mГЎs difГ­cil mantener sus pensamientos claros. Г‰l seguГ­a oyendo la voz de su padre en su cabeza, gritГЎndole, como cuando era un niГ±o. Lo estaba volviendo loco, y la voz no se iba.

Gareth extendiГі la mano y araГ±Гі el brazo de madera del trono, una y otra vez. El sonido de las uГ±as araГ±ando, era el Гєnico sonido en la sala.

Los miembros del Consejo intercambiaron una mirada de preocupaciГіn.

"Mi seГ±or", dijo otro concejal, "si elige no rendirse, entonces debemos fortalecer la Corte del Rey de inmediato. Debemos asegurar todas las entradas, todos los caminos, todas las puertas. Debemos llamar a todos los soldados, preparar las defensas. Debemos prepararnos para un ataque, racionar los alimentos, proteger a nuestros ciudadanos. Hay mucho que hacer. Por favor, mi seГ±or. Denos la orden. DГ­ganos quГ© hacer".

Una vez mГЎs la sala se quedГі en silencio, Вґmientras todas las miradas estaban fijas en Gareth.

Finalmente, Gareth levantГі la barbilla y mirГі.

"No lucharemos contra el Imperio", declarГі. "Ni nos rendiremos".

Todos en la sala miraron unos a otros, confundidos.

"ВїEntonces quГ© hacemos, seГ±or?", preguntГі Aberthol.

Gareth aclarГі su garganta.

"ВЎMataremos a Gwendolyn!", declarГі. "Eso es lo que importa ahora".

A continuaciГіn hubo un silencio de sorpresa.

"ВїA Gwendolyn?", gritГі un concejal, sorprendido, mientras en la sala estallaba otro murmullo de confusiГіn.

"Enviaremos a todos nuestros ejГ©rcitos tras ella, para masacrarla y a aquellos que van con ella, antes de que lleguen a Silesia", anunciГі Gareth.

"Pero mi seГ±or, Вїen quГ© nos va a ayudar eso?", gritГі un concejal. "Si nos aventuramos a atacarla, dejarГЎ expuestos a nuestros ejГ©rcitos. Todos serГ­an rodeados y masacrados por el Imperio".

"ВЎTambiГ©n dejarГ­a abierta a la Corte del Rey para un ataque!", gritГі otro. "Si no vamos a rendirnos, debemos fortalecer la Corte del Rey de inmediato!".

Un grupo de hombres gritГі, estando de acuerdo con eso.

Gareth dio vuelta y mirГі al concejal, con su mirada frГ­a.

"ВЎVamos a utilizar a todos los hombres que tenemos para matar a mi hermana!", dijo sombrГ­amente. "ВЎNo escatimaremos a ninguno!".

La sala quedГі en silencio mientras un concejal jalГі su silla hacia atrГЎs, raspГЎndola contra la piedra y se levantГі.

"No verГ© a la Corte del Rey arruinada por su obsesiГіn personal. ВЎPor mi parte, no estoy con usted!".

"ВЎNi yo!", repitiГі la mitad de los hombres en la sala.

Gareth se sintiГі lleno de rabia y estaba a punto de ponerse de pie cuando de repente las puertas de la cГЎmara se abrieron de golpe y entrГі corriendo el comandante lo que quedaba del ejГ©rcito. Todas las miradas estaban sobre Г©l. ArrastrГі a un hombre de los brazos, un malhechor con cabello graso, sin afeitar, atado de las muГ±ecas. ArrastrГі al hombre hacia el centro de la habitaciГіn y se detuvo ante el rey.

"Mi seГ±or", dijo el comandante frГ­amente. "De los seis ladrones ejecutados por el robo de la Espada del Destino, este hombre era el sГ©ptimo, quien escapГі. EstГЎ contando una historia de lo mГЎs increГ­ble acerca de lo que pasГі.

"ВЎHabla!", ordenГі el comandante, sacudiendo al malhechor.

El rufiГЎn miraba nerviosamente en todas direcciones; su cabello graso colgaba sobre sus mejillas, pareciendo inseguro. Finalmente, gritГі:

"ВЎNos ordenaron robar la espada!".

La sala estallГі en un murmullo de indignaciГіn.

"ВЎГ‰ramos diecinueve!", continuГі diciendo el malhechor. "Una docena iba a llevГЎrsela, al amparo de la oscuridad, por el puente del CaГ±Гіn y hacia la selva. La escondieron en una carreta y se la llevaron a travГ©s del puente para que asГ­ los soldados haciendo guardia no tuvieran idea lo que habГ­a dentro. A los demГЎs, a nosotros siete, se nos ordenГі alejarnos despuГ©s del robo. Nos dijeron que nos encarcelarГ­an, como un espectГЎculo y luego nos dejarГ­an libres. Pero en lugar de eso, mis amigos fueron todos ejecutados. A mГ­ tambiГ©n me habrГ­an matado, si no hubiera escapado".

La sala estallГі en un largo y agitado murmullo.

"ВїY a dГіnde estaban llevando la espada?", preguntГі presionando el comandante.

"No lo sГ©. A algГєn lugar dentro del Imperio".

"ВїY quiГ©n ordenГі tal cosa?".

"ВЎГ‰l!", dijo el malhechor, girando de repente y apuntando con un dedo huesudo hacia Gareth. "ВЎNuestro rey! ВЎГ‰l nos ordenГі hacerlo!".

La sala estallГі en un murmullo horrorizado, habГ­a gritos, hasta que finalmente un concejal golpeГі varias veces su vara de hierro y gritГі pidiendo silencio.

A duras penas hubo silencio en la sala.

Gareth, temblando de miedo y de rabia, se levantГі lentamente de su trono, y el salГіn quedГі en silencio, conВ  las miradas fijas en Г©l.

Dando un paso a la vez, Gareth bajГі las escaleras de marfil, sus pasos hacГ­an eco en el silencio, tan espeso que podrГ­a cortarse con un cuchillo.

CruzГі la sala, hasta que finalmente se acercГі al malhechor. Lo mirГі con frialdad, estaba a treinta centГ­metros de distancia; el hombre se retorcГ­a en el brazo del comandante, mirando a todos lados, menos a Г©l.

"Los ladrones y los mentirosos se tratan sГіlo de una manera en mi reino", dijo Gareth suavemente.

Gareth de repente sacГі un puГ±al de su cintura y lo hundiГі en el corazГіn del malhechor.

El hombre gritГі de dolor, con sus ojos saltones; de repente se desplomГі en el suelo, muerto.

El comandante mirГі a Gareth, con el ceГ±o fruncido hacia Г©l.

"Acaba de matar a un testigo en su contra", dijo el comandante. "ВїNo se da cuenta de que eso sГіlo sirve para insinuar mГЎs su culpabilidad?".

"ВїQuГ© testigo?", preguntГі Gareth, sonriendo.В  "Los muertos no hablan".

El comandante enrojeciГі.

"No olvide que soy comandante de la mitad del ejГ©rcito del rey. No me tomarГЎ por tonto. Por sus acciones, sГіlo puedo suponer que es culpable del delito del que lo acusГі. Por lo tanto, mi ejГ©rcito y yo ya no le serviremos mГЎs. De hecho, me lo llevarГ© en custodia, por traiciГіn al Anillo".

El comandante hizo una seГ±al con la cabeza a sus hombres, y al unГ­sono, varias docenas de soldados sacaron sus espadas y se acercaron para arrestar a Gareth.

El Lord Kultin se acercГі con dos veces mГЎs el nГєmero de sus hombres, sacando sus espadas y caminando detrГЎs de Gareth.

Estaban parados allГ­, frente a frente con los soldados del comandante; Gareth en el medio.

Gareth sonriГі triunfante alВ  comandante. Sus hombres eran superados en nГєmero por la fuerza de combate de Gareth, y Г©l lo sabГ­a.

"Nadie me llevará en custodia", se mofó Gareth. "Y ciertamente no por tu mano. Toma a tus hombres y sal de mi Corte – o enfrentarás la ira de mi fuerza de combate personal".

DespuГ©s de varios segundos de tensiГіn, el comandante finalmente dio vuelta e hizo un gesto a sus hombres, y al unГ­sono, todos ellos se retiraron, caminando con cautela hacia atrГЎs de la habitaciГіn, con las espadas desenvainadas.

"De hoy en adelante", dijo el comandante, "ВЎsepa que ya no le serviremos! Se enfrentarГЎ al ejГ©rcito del Imperio por su cuenta. Espero que lo traten bien. ВЎMejor de lo que usted tratГі a su padre!".

Todos los soldados salieron furiosos de la habitaciГіn, con un gran ruido de lasВ  armaduras.

Las docenas de concejales y asistentes y nobles que se quedaron, estaban callados, susurrando.

"ВЎDГ©jenme!", gritГі Gareth.В  "ВЎTODOS USTEDES!".

Toda la gente que quedaba en el salГіn, saliГі rГЎpidamente, incluyendo la fuerza de combate personal de Gareth.

SГіlo quedaba una persona, detrГЎs de los demГЎs.

El Lord Kultin.

SГіlo Г©l y Gareth estaban en la habitaciГіn. Se acercГі a Gareth, deteniГ©ndose a unos metros de distancia y lo mirГі, como analizГЎndolo. Como de costumbre, su cara era inexpresiva. Era el verdadero rostro de un mercenario.

"No me importa lo que hizo o por quГ©", comenzГі a decir, con su voz ГЎspera y sombrГ­a. "No me importa la polГ­tica. Soy un combatiente. SГіlo me importa el dinero que me paga a mГ­ y a mis hombres".

Hizo una pausa.

"Sin embargo, me gustarГ­a saber, por mi propia satisfacciГіn personal: Вїrealmente le ordenГі a esos hombresВ  llevarse la espada?".

Gareth mirГі al hombre. HabГ­a algo en su mirada que reconocГ­a de sГ­ mismo: era frГ­a, sin remordimientos, oportunista.

"ВїY quГ© si lo hice?", preguntГі Gareth.

El Lord Kultin lo mirГі durante mucho tiempo.

"ВїPero por quГ©?", preguntГі Г©l.

Gareth tambiГ©n lo mirГі, en silencio.

Los ojos de Kultin se abrieron de par en par, en reconocimiento.

"ВїUsted no pudo blandirla, asГ­ que nadie podrГ­a hacerlo?", preguntГі Kultin. "ВїEs eso?". ConsiderГі las implicaciones. "Sin embargo, aГєn asГ­", agregГі Kultin, "seguramente sabГ­a que enviarla lejos desactivarГ­a el escudo, nos harГ­a vulnerables a un ataque".

Kultin abriГі mГЎs los ojos.

"Querías que nos atacaran, ¿no? Algo en dentro de ti quiere que la Corte del Rey sea destruida”, dijo, dándose cuenta de ello repentinamente.

Gareth sonriГі.

"No todos los lugares", dijo Gareth lentamente, "estГЎn destinados a durar para siempre".




CAPГЌTULO CINCO


Gwendolyn cabalgaba con el enorme séquito de soldados, consejeros, asistentes, concejales, Los Plateados, La Legión y la mitad de la Corte del Rey, mientras iban en camino – a una ciudad enorme —lejos de la Corte del Rey. Gwen se sentía abrumada por la emoción. Por un lado, estaba encantada de ser liberarse finalmente de su hermano Gareth, de estar lejos de su alcance, rodeada de guerreros de confianza que podían protegerla, sin temor a ser traicionada o de casarse con cualquiera. Finalmente, no tendría que cuidarse la espalda en todo momento de miedo de uno de sus asesinos.

Gwen también se sentía inspirada y honrada de ser elegida para gobernar, de ir al mando de este gran contingente de personas. El enorme séquito la seguía como si fuera una especie de profeta, todos marchando en el camino interminable hacia Silesia. La veían como su gobernante – lo podía ver en sus miradas – y la veían con expectación. Se sintió culpable, queriendo que uno de sus hermanos tuviera honor – cualquiera, menos ella. Sin embargo veía cuánta esperanza le daba a la gente en tener a una lideresa justa y equitativa, y eso la hacía feliz. Si ella pudiera cumplir ese papel para ellos, especialmente en estos tiempos sombríos, lo haría.

Gwen pensó en Thor, en su triste despedida en el Cañón, y eso rompió su corazón; lo vio desaparecer, cruzando el puente del Cañón hacia la niebla, en un viaje que casi seguramente conduciría a su muerte. Era una valiente y noble misión – que no podía negarle – que sabía que debía hacer por el bien del Reino, por el bien del Anillo. Sin embargo también se preguntaba  por qué tenía que ser él. Ella deseaba que pudiera ser otra persona. Ahora, más que nunca, ella lo quería a su lado. En esta época de confusión, de gran transición, en que ella se había quedado sola para gobernar, para tener a su hijo, quería que él estuviera ahí. Más que nada, estaba preocupada por él. Ella no podía imaginar la vida sin él; la simple idea la hacía llorar.

Pero Gwen respirГі profundamente y permaneciГі fuerte, sabiendo que todas las miradas estaban sobre ella mientras marchaban, una interminable caravana en este camino polvoriento, yendo hacia el norte, hacia la lejana Silesia.

Gwen también se sentía perpleja, desgarrada por su patria. Ella apenas podía entender que el Escudo se hubiera desactivado, que el Cañón hubiera sido violado. Habían estado circulando rumores de espías lejanos, de que Andrónico había llegado a las costas de McCloud. Ella no estaba segura de qué creer. Le costaba trabajo entender que hubiera pasado tan rápidamente – después de todo, Andrónico todavía tendría que enviar a toda su flota a través del océano. A menos que de alguna manera McCloud hubiera estado detrás del robo de la espada y hubiera orquestado la desactivación del Escudo. Pero, ¿cómo? ¿Cómo había consiguió robarla? ¿A dónde se la llevaba?

Gwen podía sentir lo abatidos que se sentían todos alrededor de ella, y no podía culparlos. Había un aire de desánimo entre la multitud y por buenas razones; sin el Escudo, estaban todos indefensos. Era sólo cuestión de tiempo – si no es que hoy mismo, mañana o pasado mañana – que Andrónico invadiría. Y cuando lo hiciera, no habría forma que podrían contener a sus hombres. Este lugar, todo lo que había amado y querido desde niña, pronto podría ser conquistado y morirían todos a los que ella amaba.

Mientras marchaban, era como si fueron hacia su muerte. AndrГіnico todavГ­a no estaba aquГ­, pero se sentГ­a como si ya hubieran sido capturados. RecordГі algo que su padre dijo una vez: conquista el corazГіn de un ejГ©rcito y la batalla ya estГЎ ganada.

Gwen sabía que dependía de ella inspirarlos a todos, hacer que sintieran seguridad —de alguna manera, incluso, de optimismo. Ella estaba decidida a hacerlo. No podía dejar que sus temores personales o sensación de pesimismo, le superara en un momento como éste. Y se negó a permitirse regodearse en la autocompasión. Esto ya no se trataba sólo de ella. Se trataba de estas personas, de sus vidas, de sus familias. Le necesitaban. Todos buscaban su ayuda.

Gwen pensГі en su padre y se preguntГі quГ© harГ­a Г©l. SonriГі al pensar en Г©l. HabrГ­a puesto cara de valiente, pasara lo que pasara. Siempre le habГ­a dicho que ocultara el miedo con bravatas, y al pensar en la vida de Г©l, nunca habГ­a parecido tener miedo. Ni una vez. QuizГЎs era sГіlo pose; pero fingГ­a muy bien. Como lГ­der, habГ­a sabido que estaba expuesto todo el tiempo, sabГ­a que era el espectГЎculo que la gente necesita, tal vez incluso mГЎs que el liderazgo.

El era demasiado generoso para entregarse a sus miedos. Ella podrГ­a aprender de su ejemplo. Ella tampoco lo harГ­a.

Gwen miró a su alrededor y vio a Godfrey marchando junto a ella y junto a él iba Illepra, la curandera; ellos dos iban conversando, y ella se dio cuenta de que los dos parecían gustarse cada vez más, desde uqe Illepra le había salvado la vida. Gwen anhelaba que sus otros hermanos también estuvieran ahí. Pero Reece se había ido con Thor, Gareth por supuesto había desaparecido de su vida para siempre, y Kendrick seguía en algún lugar en el Este, ayudando todavía a reconstruir ese pueblo lejano. Había enviado un mensajero por él – había sido la primera cosa que había hecho – y oró para que le llegara a tiempo para recuperarlo, traerlo a Silesia para estar con ella y ayudar a defenderlo. Al menos, entonces, dos de sus hermanos – Kendrick y Godfrey – podrían refugiarse en Silesia con ella; eso los representaba a ellos. Excepto, por supuesto, su hermana mayor, Luanda.

Por primera vez en mucho tiempo, Gwen pensaba en Luanda. Siempre habГ­a tenido una amarga rivalidad con su hermana mayor; no le habГ­a sorprendido a Gwen en lo mГЎs mГ­nimo que Luanda hubiera aprovechado la primera oportunidad que tuvo para huir de la Corte del Rey y casarse con ese McCloud. Luanda siempre habГ­a sido ambiciosa y siempre habГ­a querido ser la primera. Gwendolyn la habГ­a amado y la habГ­a admirado cuando era joven; pero Luanda, siempre competitiva, no habГ­a correspondido a su amor. Y despuГ©s de un tiempo, Gwen habГ­a dejado de intentarlo.

Sin embargo ahora Gwen se sentГ­a mal por ella; se preguntaba quГ© habrГ­a sido de ella, ya que los McCloud habГ­an sido invadidos por AndrГіnico. ВїLa asesinarГ­an? Gwen se estremeciГі ante la idea. Eran rivales, pero al final del dГ­a, seguГ­an siendo hermanas y ella no querГ­a verla muerta antes de tiempo.

Gwen pensГі en su madre, la otra Гєnica persona de su familia que se quedГі allГЎ, varada en la Corte del Rey, con Gareth, incluso en su estado. Pensar en ello la hizo estremecer. A pesar de toda la rabia que aГєn le tenГ­a a su madre, Gwen no querГ­a que terminara como lo hizo ella. ВїQuГ© pasarГ­a si la Corte del Rey fuera invadida? ВїSu madre serГ­a asesinada?

Gwen no pudo evitar sentir como si su vida cuidadosamente construida se estuviera colapsando alrededor de ella. Parecía que fue ayer que estaban en pleno verano, que era la boda de Luanda, que había una gloriosa fiesta, que la Corte del Rey estaba llena de abundancia, que ella y su familia estaban todos juntos, celebrando – y que el Anillo era inexpugnable. Parecía como si fuera a durar para siempre.

Ahora todo se habГ­a hecho pedazos. Nada era como habГ­a sido.

Había una fría brisa de otoño, y Gwen puso su suéter de lana azul, firmemente sobre sus hombros. El otoño había sido demasiado corto este año; ya se acercaba el invierno. Ella podía sentir la brisa helada, cada vez más fuerte, con humedad, mientras se dirigían más al norte a lo largo del Cañón. El cielo se estaba oscureciendo antes y el aire estaba lleno de un nuevo sonido – el graznido de las aves de invierno, los buitres rojos y negros que daban vueltas por lo bajo cuando la temperatura disminuía. Graznaban incesantemente, y el sonido a veces era irritante para Gwen. Era como el sonido de la muerte que se acercaba.

Desde que se despidieron de Thor, se habían marchado por el Cañón, siguiendo hacia el norte, sabiendo que les llevaría a la ciudad más occidental de la parte occidental del Anillo – Silesia. Al marchar, la neblina inquietante del Cañón salía en ondas, aferrándose a los tobillos de Gwen.

"No estamos lejos ahora, mi lady", dijo una voz.

Gwen vio a Srog al otro lado de ella, vestido con la armadura roja distintiva de Silesia y flanqueado por varios de sus guerreros, todos usando su cota de malla roja y botas. Gwen habГ­a sido tocada por la bondad de Srog hacia ella, por su lealtad a la memoria de su padre, por su ofrecimiento de Silesia como refugio. No sabГ­a quГ© habrГ­a hecho ella y toda esta gente, si no fuera asГ­. Incluso ahora, seguirГ­anВ  estando en la Corte del Rey, a merced de la traiciГіn de Gareth.

Srog era uno de los lores mГЎs honorables que habГ­a conocido ella. Con miles de soldados a su disposiciГіn, con su control de la famosa fortaleza de Occidente, Srog no habГ­a necesitado rendir homenaje a nadie. Pero rindiГі homenaje al padre de ella. Siempre habГ­a sido un poder equilibrio de poder discreto. En los tiempos del padre de su padre, Silesia habГ­a necesitado a la Corte del Rey; en el tiempo de su padre, no tanto; y en el tiempo de ella, nada en absoluto. De hecho, con la desactivaciГіn del Escudo y el caos en la Corte del Rey, ellos eran los que necesitaban a Silesia.

Por supuesto, Los Plateados y La Legión eran los mejores guerreros que existían – como las miles de tropas que acompañaban a Gwen, que abarcaban la mitad del ejército del rey. Sin embargo, Srog, como la mayoría de los lores, pudo simplemente haber cerrado sus puertas y cuidado de su gente.

En cambio, Г©l habГ­a buscado a Gwen, habГ­a sido leal con ella, y habГ­a insistido en ser anfitriГіn de todos ellos. HabГ­a sido un acto de bondad que Gwen habГ­a decidida de alguna manera, algГєn dГ­a, retribuirle. Eso si es que todos sobrevivГ­an.

"No tienes que preocuparte", respondiГі ella con suavidad, poniendo una mano sobre la muГ±eca de Г©l. "MarcharГ­amos hasta los confines de la Tierra para entrar en tu ciudad. Somo muy afortunadas de tener tu amabilidad en este difГ­cil momento".

Srog sonriГі. Un guerrero de mediana edad con demasiadas arrugas en su cara debido a los combates, con cabello rojo acastaГ±ado, un submaxilar fuerte y sin barba, Srog era un hombre de verdad, no sГіlo un Lord, sino un verdadero guerrero.

"Por su padre, caminarГ­a a travГ©s del fuego", respondiГі. "No tiene nada quГ© agradecer. Es un gran honor poder saldar mi deuda con Г©l sirviendo a su hija. DespuГ©s de todo, fue su deseo que usted gobernara. AsГ­ que cuando hago algo por usted,В  le correspondo a Г©l".

Cerca de Gwen tambiГ©n marchaban Kolk y Brom, y detrГЎs de todos ellos estaba el sonido constante de las miles de espuelas, de espadas tintineando en sus vainas, de escudos chocando contra la armadura. Era una gran cacofonГ­a de ruidos, yendo cada vez mГЎs y mГЎs lejos hacia el norte a lo largo del borde del CaГ±Гіn.

"Mi lady", dijo Kolk: "Me siento agobiado por la culpa. No debimos haber dejado a Thor, Reece, y a los demГЎs ir solos al Imperio. Debimos habernos ofrecido mГЎs de nosotros para acompaГ±arlos. Me costarГЎ la cabeza si le pasara algo a ellos".

"Fue la misiГіn que ellos eligieron", respondiГі Gwen. "Era una misiГіn de honor. Quien tenГ­a que irse, se fue. La culpabilidad no sirve de nada".

"ВїY quГ© sucederГЎ si no regresan a tiempo con la Espada?", preguntГі Srog.В  "No falta mucho para que el ejГ©rcito de AndrГіnico aparezca en nuestras puertas".

"Entonces nos opondremos", dijo Gwen confiadamente, poniendo todo el coraje en su voz como pudo, con la esperanza de hacer que los demГЎs se relajaran. Se dio cuenta de que los otros generales se dieron vuelta y la miraron.

"Defenderemos hasta el Гєltimo golpe", aГ±adiГі ella. "No habrГЎ retirada, no nos rendiremos".

SintiГі que los generales estaban impresionados. Ella quedГі impresionada por su propia voz, por la fuerza que surgГ­a dentro de ella, sorprendiГ©ndola incluso a ella. Era la fuerza de su padre, de siete generaciones de reyes MacGil.

Mientras seguГ­an avanzando, el camino se curvaba bruscamente a la izquierda, y mientras Gwen daba la vuelta a la esquina, se detuvo de golpe, sin aliento ante lo que vio.

Silesia.

Gwen recordГі que su padre la traГ­a de viaje aquГ­, cuando era una niГ±a. Era un lugar que recordaba en sus sueГ±os desde entonces, un lugar queВ  habГ­a sido mГЎgico para ella. Ahora, al mirarlo siendo adulta, todavГ­a seguГ­a dejГЎndola sin aliento.

Silesia era la ciudad más inusual que Gwen había visto. Todos los edificios, todas las fortificaciones, toda la piedra – todo fue construido de un antiguo, rojo brillante. La mitad de la parte alta de Silesia, vertical, estaba repleta de parapetos y chapiteles, fue construida en el continente, mientras que la mitad inferior fue construida en el lado del Cañón. Las nieblas turbulentas del Cañón soplaban dentro y fuera, envolviéndolo, haciendo que el rojo brillara y destellara en la luz – y le hacía parecer como si hubiera sido construido en las nubes.

Sus fortificaciones se levantaban treinta metros, coronadas en parapetos y respaldadas por una interminable fila de murallas. El lugar era una fortaleza. Aunque un ejГ©rcito de alguna manera traspasara sus muros, todavГ­a tendrГ­a que bajar a la mitad inferior de la ciudad, hasta los acantilados y pelear en el borde del CaГ±Гіn. Obviamente, era una guerra que ningГєn ejГ©rcito invasor querrГ­a librar. Y era por eso que esta ciudad habГ­a permanecido de pie durante mil aГ±os.

Sus hombres se detuvieron y miraron boquiabiertos, y Gwen podГ­a sentir que todos estaban asombrados tambiГ©n.

Por primera vez en mucho tiempo,  Gwen se sentía optimista. Este era un lugar en donde podían quedarse, lejos del alcance de Gareth; un lugar que podrían defender. Un lugar donde ella podría gobernar. Y tal vez – tal vez – el Reino de MacGil podría levantarse otra vez.

Srog estaba ahГ­ parado, con las manos en su cadera, asimilando todo, como si viera su propia ciudad por primera vez, con los ojos brillando de orgullo.

"Bienvenido a Silesia".




CAPГЌTULO SEIS


Thor abriГі los ojos al amanecer para ver las olas del mar que se movГ­an suavemente, subiendo y bajando en grandes crestas, cubiertas por la luz tenue del primer sol. El agua amarillo claro del Tartuvio. brillaba en la niebla de la maГ±ana. El barco se movГ­a silenciosamente de un lado a otro en el agua, y el Гєnico sonido era el del vaivГ©n de las olasВ  contra su casco.

Thor se sentó y miró a su alrededor. Sus ojos le pesaban por el agotamiento— de hecho, nunca se había sentido tan cansado en su vida. Habían estado navegando durante días; y todo aquí, en este lado del mundo, se sentía diferente. El aire estaba tan pesado por la humedad, la temperatura era mucho más caliente, era como respirar en un chorro constante de agua. Lo hacía sentir lento, hacía que sus extremidades se sintieran pesadas. Sentía como si hubiera llegado en verano.

Thor miró a su alrededor y vio que todos sus amigos, quienes normalmente se levantaban antes del amanecer, estaban en el suelo, durmiendo. Incluso Krohn, siempre despierto, dormía junto a él. El pesado clima tropical había afectado a todos. Ninguno de ellos siquiera se había molestado en conducir el timón – habían dejado eso días atrás. No tenía sentido: sus velas siempre estaban a mástil completo con un viento del oeste azotador, y las mareas mágicas de este océano constantemente tiraron del barco en una sola dirección. Era como si fueran jalados hacia una dirección, y habían intentado en varias ocasiones de dirigir o cambiar de rumbo, pero fue inútil. Todos se habían resignado a dejar que el Tartuvio los llevara a donde fuera.

De cualquier manera, tampoco sabГ­an hacia quГ© lugar del Imperio dirigirse, reflexionГі Thor. En tanto las mareas los llevaron a tierra firme, pensГі Г©l, con eso serГ­a suficiente.

Krohn despertГі, gimiendo; luego se inclinГі hacia adelante y lamiГі la cara de Thor. Thor buscГі en su saco, que estaba casi vacГ­o y le dio a Krohn el Гєltimo de sus palos de carne seca. Para sorpresa de Thor, Krohn no lo arrebatГі de su mano, comoВ  generalmente lo hacГ­a; en cambio, Krohn lo mirГі, mirГі el saco vacГ­o y luego mirГі a Thor de manera significativa. VacilГі para tomar la comida, y Thor se dio cuenta de que Krohn no querГ­a quitarle la Гєltima pieza.

Thor estaba conmovido por el gesto, pero Г©l insistiГі, empujando la carne en el hocico de su amigo. Thor sabГ­a que pronto se quedarГ­an sin comida y rezГі para que llegaran a tierra. No tenГ­a ni idea de cuГЎnto tiempo podrГ­a tardar el viaje; ВїquГ© pasa si tardaban varios meses? ВїQuГ© comerГ­an?

El sol saliГі rГЎpidamente aquГ­, brillando mГЎs y con mГЎs fuerza demasiado temprano y Thor se quedГі parado mientras la niebla empezaba a irse del agua y se fue a la proa.

Thor se quedГі allГ­ y se asomГі, la cubierta se mecГ­a suavemente debajo de Г©l, y vio cГіmo la niebla se disipaba. PestaГ±eГі, preguntГЎndose si estaba viendo cosas, mientras el contorno de una tierra lejana aparecГ­a en el horizonte. Su pulso se acelerГі. Era tierra. ВЎTierra real!

La tierra apareciГі en una forma inusual: dos largas y estrechas penГ­nsulas varadas en el mar, como los dos extremos de un tridente y mientras la niebla se elevaba, Thor mirГі a su izquierda y a su derecha y se sorprendiГі al ver dos franjas de tierra a cada lado de ellos, cada uno a aproximadamente cuarenta y cinco metros de distancia. Estaban siendo absorbidos hacia el centro de una larga ensenada.

Thor silbГі, y sus hermanos de La LegiГіn se levantaron. Se abrieron paso con dificultad para ponerse de pie y corrieron a su lado, y se detuvieron en la proa, asomГЎndose.

Todos estaban allГ­ parados, sin aliento ante la vista: las costas eran las mГЎs exГіticas que habГ­an visto, atestadas de selva, altГ­simos ГЎrboles en la orilla, tan espesos que era imposible ver mГЎs allГЎ de ellos. Thor vio los enormes helechos, de nueve metros de altura, inclinГЎndose sobre el agua; ГЎrboles amarillos y pГєrpuras que parecГ­an llegar al cielo; y en todas partes estaban los extraГ±os y persistentes ruidos de las bestias, aves, insectos, y no sabГ­a quГ© mГЎs, gruГ±endo y lloriqueando y cantando.

Thor tragГі saliva con dificultad. SentГ­a como si estuvieran entrando a un impenetrable reino animal. Todo se sentГ­a diferente ahГ­; el aire olГ­a diferente, extraГ±o. Nada aquГ­ le recordaba ni remotamente al Anillo. Los otros miembros de La LegiГіn se dieron vuelta y se miraron entre sГ­, y Thor pudo ver la duda en sus ojos. Todos se preguntaban quГ© criaturas les esperaban dentro de la jungla.

No es que tuvieran una opciГіn. La corriente les llevГі a un camino, y obviamente aquГ­ es donde debГ­an desembarcar para entrar en tierras del Imperio.

"ВЎPor aquГ­!", gritГі O'Connor.

Corrieron hacia O'Connor del lado de la barandilla, mientras Г©l se inclinaba y apuntaba hacia el agua. AhГ­, nadando al lado del barco, habГ­a un enorme insecto, de color pГєrpura luminiscente, de tres metros de largo, con cientos de patas. Brillaba bajo las olas, y despuГ©s se iba corriendo a lo largo de la superficie del agua; al hacerlo, sus miles de pequeГ±as alas comenzaron a zumbar, y se levantГі justo por encima del agua. Luego volviГі a deslizarse a lo largo de la superficie, y luego se hundiГі por debajo. Luego repitiГі el proceso de nuevo.

Mientras observaban, de repente subiГі a lo alto, en el aire, a la altura de los ojos, flotando, mirГЎndolos con sus cuatro grandes ojos verdes. SilbГі y todos saltaron hacia atrГЎs involuntariamente, buscando sus espadas.

Elden dio un paso adelantГі y lo atacГі. Pero para cuando su espada llegГі al aire, ya estaba de regreso en el agua.

Thor y los demГЎs salieron volando, estrellГЎndose en la cubierta, mientras su barco se detenГ­a repentinamente, varando en la costa con una sacudida.

El corazГіn de Thor se acelerГі mientras se asomaba sobre el borde: debajo de ellos habГ­a una estrecha playa formada por miles de pequeГ±as rocas irregulares, de color pГєrpura brillante.

Tierra. Lo habГ­an logrado.

Elden marcГі la pauta para el anclaje, y todos la levantaron y la dejaron caer sobre el borde. Cada uno de ellos bajГі la cadena, dando un salto y cayendo en la orilla; Thor le dio a Krohn a Elden mientras Г©l caminaba.

Thor suspiró cuando sus pies tocaron tierra. Se sentía tan bien estar en tierra – tierra seca y firme – bajo sus pies. Estaría bien si nunca volviera a navegar en un barco otra vez.

Todos agarraron las cuerdas y arrastraron el barco hasta la costa como podГ­an.

"ВїCrees que las mareas se lo llevarГЎn?", preguntГі Reece, mirando hacia el barco.

Thor lo mirГі; parecГ­a seguro en la arena.

"No con esa ancla", dijo Elden.

"La marea no se lo llevarГЎ", dijo O'Connor. "La pregunta es si alguien mГЎs lo harГЎ".

Thor dio un largo Гєltimo vistazo al barco y se dio cuenta de que su amigo tenГ­a razГіn. Incluso si encontraran la Espada, muy bien podrГ­an volver a una costa vacГ­a.

"Y entonces, ВїcГіmo regresarГ­amos?", preguntГі Conval.

Thor no pudo evitar sentir como si en cada paso del camino, estuvieran quemaban sus puentes.

"Encontraremos la forma", dijo Thor. "DespuГ©s de todo, debe haber otros barcos en el Imperio, Вїverdad?".

Thor tratГі de parecer autoritario, para tranquilizar a sus amigos. Pero en el fondo no estaba tan seguro Г©l mismo. Todo este viaje parecГ­a cada vez mГЎs amenazador para Г©l.

Al unГ­sono, se volvieron y enfrentaron la selva, mirГЎndola. Era un muro de follaje, oscuro detrГЎs de Г©l. Los ruidos de animales se elevaron en una cacofonГ­a alrededor de ellos, tan fuerte que Thor apenas se oГ­a pensando. ParecГ­a como si todas las bestias del Imperio estuvieran gritando para darles la bienvenida.

O para advertirles.


*

Thor y los otros caminaron unos al lado de los otros con cautela, cada uno de ellos en guardia, a travГ©s de la espesa jungla tropical. Era difГ­cil para Thor escucharse pensando, tan persistentes eran los gritos y los llantos de la orquesta de insectos y animales que habГ­a alrededor de Г©l. Pero cuando miraba en la oscuridad del follaje, no podrГ­a verlos.

Krohn caminГі cerca de sus talones, gruГ±endo, con los pelos parados en la espalda. Thor nunca lo habГ­a visto tan alerta. MirГі a sus hermanos de armas y vio a cada uno de ellos con una mano apoyada en la empuГ±adura de su espada, todos ellos nerviosos, tambiГ©n.

Ya llevaban horas haciendo senderismo, cada vez mГЎs y mГЎs profundamente en la selva; el aire era cada vez mГЎs caliente y mГЎs pesado,В  mГЎs hГєmedo, hacГ­a mГЎs difГ­cil respirar. Ellos habГ­an seguido las huellas de lo que parecГ­a haber sido una vez un sendero; unas pocas ramas rotas hacГ­an alusiГіn a la trayectoria del grupo de hombres que habГ­an llegado aquГ­ y que pudieron haber seguido. Thor sГіlo esperaba que fuera el rastro del grupo que habГ­a robado la espada.

Thor levantГі la mirada, impresionado por la naturaleza: todo estaba descuidado de proporciones Г©picas, cada hoja era tan grande como Г©l mismo. Se sentГ­a como un insecto en una tierra de gigantes. Vio algo susurrando detrГЎs de algunasВ  hojas, pero no pudo identificarlo. TenГ­a la sensaciГіn ominosa de que estaban siendo observados.

El sendero delante de ellos de repente terminaba en un sГіlido muro de follaje. Todos pararon y se miraron, perplejos.

"ВЎPero el camino no puede simplemente desaparecer!", dijo O'Connor, sin esperanza.

"No desapareciГі", dijo Reece, examinando las hojas. "La selva sГіlo creciГі sobre sГ­ misma".

"ВїEntonces quГ© camino tomamos ahora?", preguntГі Conval.

Thor se volviГі y mirГі a su alrededor, haciГ©ndose la misma pregunta. En cada direcciГіn habГ­a mГЎs del denso follaje y no parecГ­a haber ninguna salida. Thor estaba empezando a tener una sensaciГіn de desazГіn y se sentГ­a cada vez mГЎs perdido.

Luego tuvo una idea.

"Krohn", dijo, arrodillГЎndose y susurrando al oГ­do de Krohn. "Escala ese ГЎrbol. Investiga. Dinos hacia dГіnde ir".

Krohn lo mirГі con sus ojos conmovedores, y Thor sintiГі que le entendГ­a.

Krohn corriГі por un enorme ГЎrbol, el tronco era del grueso de diez hombres y sin dudarlo, se abalanzГі sobre Г©l y lo escalГі. Krohn corriГі hacia arriba y luego saltГі a una de las ramas mГЎs altas. CaminГі hasta el extremo y se asomГі, con las orejas paradas. Thor siempre habГ­a percibido que Krohn lo entendГ­a, y ahora sabГ­a con certeza que asГ­ era.

Krohn se reclinГі e hizo un extraГ±o ronroneo en la parte posterior de su garganta, luego bajГі del tronco y se fue hacia una direcciГіn. Los chicos intercambiaron una mirada de asombro, luego todos se volvieron y siguieron a Krohn, hacia esa parte de la selva, empujando hacia atrГЎs las gruesas hojas para poder caminar.

DespuГ©s de unos minutos, Thor se sintiГі aliviado al ver que otra vez habГ­a un sendero, que los indicios de ramas rotas y del follaje mostraban quГ© ruta debГ­a seguido el grupo. Thor se agachГі y acariciГі a Krohn, besГЎndolo en la cabeza.

"No sГ© quГ© hubiГ©ramos hecho sin Г©l", dijo Reece.

"Ni yo", respondiГі Thor.

Krohn ronroneaba, satisfecho, orgulloso.

Mientras continuaban yendo mГЎs profundamente en la selva, serpenteando, llegaron a un tramo de nuevo follaje, con flores alrededor de ellos, enormes, del tamaГ±o de Thor, rebosantes de todos los colores. Otros ГЎrboles tenГ­an frutos del tamaГ±o de una roca, colgando de las ramas.

Todos se detuvieron maravillados, mientras Conval se acercГі a uno de los frutos, de color rojo brillante y estirГі la mano para tocarlo.

De repente, se escuchГі un gran gruГ±ido.

Conval se alejГі y agarrГі su espada, y todos los demГЎs se miraron unos a otros, con ansiedad.

"ВїQuГ© fue eso?", preguntГі Conval.

"Vino de allГЎ", dijo Reece, seГ±alando a otra parte de la selva.

Todos se dieron vuelta y miraron. Pero Thor no podГ­a ver nada mГЎs que las hojas. Krohn le gruГ±Гі.

El ruido se hizo mГЎs fuerte, mГЎs persistentes, y finalmente, las ramas empezaron a crujir. Thor y los demГЎs dieron un paso atrГЎs, sacando sus espadas y esperaron, temiendo lo peor.

Lo que dio un paso adelante de la selva excedía incluso las peores expectativas de Thor. Allí de pie delante de ellos estaba un enorme insecto, cinco veces el tamaño de Thor, que se asemejaba a una mantis religiosa, con dos patas traseras, dos delanteras más pequeñas que colgaban en el aire y largas garras en los extremos. Su cuerpo era verde fluorescente, cubierto de escamas, y tenía pequeñas alas que zumbaban y vibraban. Tenía dos ojos en la parte superior de su cabeza y un tercer ojo en la punta de su nariz. Se acercó y mostró más garras – escondidas debajo de su garganta – que vibraban y se rompían.

Se quedГі ahГ­ parado, por encima de ellos, y otra garra saliГі de su estГіmago, un brazo largo y delgado, que sobresalГ­a; de repente, mГЎs rГЎpido de lo que cualquiera de ellos pudiera reaccionar, arrebatГі a O'Connor, con sus tres garras ampliadas y lo envolviГі alrededor de su cintura. Lo levantГі a lo alto en el aire, como si fuera una hoja.

O'Connor hizo pivotar su espada pero no era ni siquiera lo suficientemente rГЎpido. La bestia lo sacudiГі varias veces, de repente abriГі su hocico, revelando fila tras fila de dientes afilados; hizo a O'Connor hacia un lado y comenzГі a bajarlo hacia sГ­ misma.

O'Connor gritГі ya que le amenazaba una muerte instantГЎnea y dolorosa.

Thor reaccionГі. Sin pensarlo, colocГі una piedra en su honda, apuntГі y la lanzГі en el tercer ojo de la bestia, a la punta de su nariz.

Fue un ataque directo. La bestia gritГі, con un ruido espantoso, lo suficientemente alto para partir un ГЎrbol; luego soltГі a O'Connor, quien cayГі dando vueltas y aterrizГі en el suelo de la suave selva con un golpe.

La bestia, enfurecida, entonces dirigiГі su mirada hacia Thor.

Thor sabГ­a que serГ­a inГєtil tomar una postura y luchar contra esta criatura. Al menos uno de sus hermanos serГ­a asesinado, y probablemente Krohn tambiГ©n, y drenarГ­a cualquier energГ­a valiosa que tenГ­an. SentГ­a que tal vez se habГ­an entrometido en su territorio, y que si pudieran lograr salir de ahГ­ lo suficientemente rГЎpido, los dejarГ­a en paz.

"ВЎCORRAN!", gritГі Thor.

Se dieron vuelta y corrieron – y la bestia comenzó a perseguirlos.

Thor podГ­a oГ­r el sonido de las pezuГ±as de la bestia cortando el denso follajeВ  justo detrГЎs de ellos, surcando el aire y fallando caer en su cabeza por unos pocos centГ­metros. Las hojas cortadas volaban por el aire y llovГ­an alrededor de Г©l. Todos corrieron al unГ­sono, y Thor creГ­a que si lograban poner suficiente distancia entre ellos, encontrarГ­an una forma de refugiarse. Si no, entonces tendrГ­an que enfrentarlo.

Pero Reece repentinamente se resbalГі junto a Г©l, cayendo sobre una rama, de bruces en el follaje, y Thor sabГ­a que no se levantarГ­a a tiempo. Thor se detuvo al lado de ellos, sacГі su espada y se interpuso entre Г©l y la bestia.

"ВЎ SIGAN CORRIENDO!", gritГі Thor sobre su hombro a los demГЎs, mientras estaba ahГ­ parado, dispuesto a defender a Reece.

La bestia se lanzГі hacia Г©l, chillando y girГі su garra hacia el rostro de Thor. Thor se agachГі y girГі su espada al mismo tiempo y la bestia soltГі un grito horroroso mientras Thor cortaba una de sus garras. Un liquidГі verde cayГі sobre Thor, y Г©l mirГі hacia arriba y vio con horror cГіmo le volvГ­a a crecer otra vez la garra, tan rГЎpidamente como la habГ­a perdido. Era como si Thor nunca lo hubiese herido.

Thor tragГі saliva. Esta serГ­a una bestia imposible de matar. Y ahora la habГ­a encolerizado.

La bestia atacГі con otro brazo mГЎs, que saliГі de algГєn otro lugar de su cuerpo y lanzГі un golpe a Thor con fuerza en las costillas, haciГ©ndolo volar y cayendo en un grupo de ГЎrboles. Entonces la bestia bajГі otra garra hacia Thor, y Г©ste sabГ­a que estaba en problemas.

Elden, O'Connor y los gemelos se abalanzaron, y mientras la bestia se acercГі con otra garra hacia Thor, O'Connor disparГі una flecha en su hocico, alojГЎndose en el fondo de su garganta, haciГ©ndola chillar. Elden tomГі su hacha de dos manos y la metiГі en la espalda de la bestia, mientras Conven y Conval arrojaban cada uno una lanza, alojГЎndose en ambos lados de la garganta. Reece se puso de pie y sumiГі su espada en el vientre de la bestia. Thor se levantГі de un salto y swung su espada en otro de los brazos de la bestia, lo cortГЎndoselo. Y Krohn se uniГі a ellos, saltando en el aire y hundiendo sus colmillos en su garganta.

La bestia soltГі grito tras grito, mientras todos hicieron mГЎs daГ±o del que Thor creyГі posible. Era increГ­ble para Thor que seguir en pie, sus alas todavГ­a vibraban. Esta bestia simplemente no morirГ­a.

Todos vieron con horror como, una a la vez, la bestia alcanzaba y extraía las lanzas y espadas y el hacha alojados en él – y como al hacerlo, todas sus lesiones sanaron ante sus ojos.

Esta bestia era invencible.

La bestia se inclinГі de nuevo y rugiГі, y todos los hermanos de Thor, de La LegiГіn, miraron asombrados. Todos hicieron su mayor esfuerzo y ni siquiera lograron abollarlo.

La bestia estaba dispuesto a abalanzarse a ellos otra vez, con sus mandГ­bulas y garras afiladas, y Thor se dio cuenta de que no podГ­an hacer otra cosa. Todos iban a morir.

"ВЎFUERA DEL CAMINO!", se escuchГі un grito repentino.

La voz se escuchГі de detrГЎs de Thor, y parecГ­a de un joven. Thor se volviГі y vio a un niГ±o pequeГ±o, tal vez de once aГ±os, que corrГ­a de detrГЎs de ellos, llevando lo que parecГ­a ser un jarro de agua. Thor se agachГі y el niГ±o lanzo el agua, salpicando la cara de la bestia.

La bestia se reclinГі y chillГі, salГ­an chispas de su cara, alcanzandoВ  con sus garras y desgarrando su mejilla, sus ojos, su cabeza. GritГі una y otra vez; el ruido era tan fuerte que Thor tuvo que sostener sus manos sobre sus oГ­dos.

Finalmente, la bestia se volviГі y se fue, hacia la selva, perdiГ©ndose en el follaje.

Todos se volvieron y miraron al niГ±o con un nuevo sentimiento de asombro y gratitud. Vestido con harapos, con largo cabello castaГ±o y ojos verde brillante, con una mirada de inteligencia, el muchacho estaba cubierto de tierra y se veГ­a, a juzgar por sus pies descalzos y sucias manos, como si viviera aquГ­.

Thor nunca habГ­a estado mГЎs agradecido con nadie.

"Las armas no lastimarГЎn a un Gathorbeast", dijo el muchacho, poniendo los ojos en blanco. "Por suerte escuchГ© los gritos y estaba cerca. Si no, ya estarГ­an muertos. ВїNo saben que nunca deben enfrentarse a un Gathorbeast?".

Thor mirГі a sus amigos, todos sin saber quГ© decir.

"Nosotros no lo enfrentamos", dijo Elden. "Г‰l nos enfrentГі".

"Ellos no los confrontan", dijo el muchacho, "a menos que se entrometan en su territorio”.

"ВїQuГ© se supone que debГ­amos hacer?", preguntГі Reece.

"Bueno, nunca lo miren a los ojos, para empezar", dijo el muchacho. "Y si ataca, pГіnganse boca abajo hasta que se vaya. Y sobre todo, nunca intenten correr".

Thor se adelantГі y puso una mano sobre el hombro del niГ±o.

"Nos salvaste la vida", dijo. "Tenemos una gran deuda contigo".

El muchacho se encogiГі de hombros.

"No parecen ser de las tropas del Imperio", dijo. "Parece que vinieran de otro lugar del mundo. AsГ­ que Вїpor quГ© no ayudarlos? Parecen tener las marcas de ese grupo que vino del barco hace algunos dГ­as".

Thor y los demГЎs intercambiaron una mirada de complicidad y se volvieron hacia el niГ±o.

"ВїSabes a dГіnde fue este grupo?", preguntГі Thor.

El muchacho se encogiГі de hombros.

"Era un grupo grande, y llevaban un arma. ParecГ­a pesada: tuvieron que cargarla entre todos. Los seguГ­ durante dГ­as. Eran fГЎciles de seguir. Se movГ­an con lentitud. TambiГ©n fueron torpes y descuidados. SГ© a dГіnde fueron, aunque no los seguГ­ mucho mГЎs allГЎ del pueblo. Puedo llevarlos allГ­ y seГ±alarles la direcciГіn correcta, si lo desean. Pero hoy no".

Los otros intercambiaron una mirada de sorpresa.

"ВїPor quГ© no?", preguntГі Thor.

"SerГЎ de noche dentro de poco. No pueden estar afuera despuГ©s de que oscurece".

"ВїPero por quГ©?", preguntГі Reece.

El niГ±o lo mirГі como si estuviera loco.

"Por los Ethabugs", dijo.

Thor dio un paso adelante y mirГі al niГ±o. Le simpatizГі este chico inmediatamente. Г‰l era inteligente, sincero, valiente y tenГ­a un gran corazГіn.

"ВїSabes de algГєn lugar donde podamos refugiarnos para pasar la noche?".

El muchacho mirГі a Thor, luego se encogiГі de hombros, pareciendo dudoso. Se quedГі allГ­, vacilante.

"No creo que deberГ­a", dijo. "El abuelo se va a enojar".

Krohn repentinamente surgió detrás de Thor y caminó hacia el niño – y los ojos del niño se iluminaron de gusto.

"ВЎCaramba!", exclamГі el muchacho.

Krohn lamiГі la cara del chico, una y otra vez, y el chico reГ­a de gusto y levantГі la mano y acariciГі la cabeza de Krohn. Entonces el chico se arrodillГі, bajГі la lanza y abrazГі a Krohn. Krohn parecГ­a abrazarlo tambiГ©n, y el chico riГі con ganas.

"ВїCuГЎl es su nombre?" preguntГі el niГ±o. "ВїQuГ© es?".

"Su nombre es Krohn", dijo Thor, sonriendo. "Es un raro leopardo blanco. Viene del otro lado del ocГ©ano. Del Anillo. De donde somos. Le agradas".

El chico besГі a Krohn varias veces y finalmente se puso de pie y mirГі a Thor.

"Bueno", dijo el chico, vacilante, "supongo que puedo llevarlos a nuestro pueblo. Esperemos que el abuelo no se enoje demasiado. Si lo hace, no estГЎn de suerte. SГ­ganme. Tenemos que darnos prisa. Pronto serГЎ de noche".

El chico se volviГі y rГЎpidamente siguiГі su camino a travГ©s de la selva y Thor y los demГЎs lo siguieron. A Thor le sorprendiГі la destreza del chico, lo bien que conocГ­a la selva. Era difГ­cil de mantenerse a la misma distancia.

"La gente viene por aquГ­ de vez en cuando", dijo el muchacho. "El ocГ©ano, las mareas, los conduce justo al puerto. Algunas personas vienen del mar y cortan paso aquГ­, en su camino hacia otro lugar. La mayorГ­a de ellos no logra sobrevivir. Se los come una cosa o la otra en la selva. Ustedes tuvieron suerte. Hay peores cosas que esa Gathorbeast".

Thor tragГі saliva.

Вї"Peor que eso? ВїQuГ© cosa?".

El chico negГі con la cabeza, continuando su camino.

"No querrГЎn saberlo. He visto algunas cosas horribles aquГ­".

"ВїCuГЎnto tiempo llevas aquГ­?", preguntГі Thor, con curiosidad.

"Toda mi vida", dijo el muchacho. "Mi abuelo nos trajo cuando yo era pequeГ±o".

Pero, Вїpor quГ© aquГ­, a este lugar? Seguramente habrГЎ lugares mГЎs hospitalarios".

"No conocen el Imperio, ¿verdad?", preguntó el niño. "Las tropas están en todas partes. No es tan fácil mantenerse fuera de su vista. Si alguna vez nos atrapan, nos capturarán como esclavos. Pero rara vez vienen aquí – tan profundo en la selva".

Mientras cortaban paso a travГ©s de un parche de follaje espeso, Thor estirГі la mano para quitar una hoja de su camino, pero el chico se volviГі y quitГі la mano de Thor, gritando:

"ВЎNO TOQUES ESO!".

Todos se detuvieron y Thor mirГі la hoja que casi habГ­a tocado. Era grande y amarilla y parecГ­a bastante inocente.

El niГ±o extendiГі la mano con su vara y tocГі suavemente la punta de la misma; al hacerlo, la hoja de repente se envolviГі en sГ­ misma sobre la vara,В  increГ­blemente rГЎpido, seguido de un silbido, mientras la punta de la vara se evaporaba.

Thor estaba atГіnito.

"Es una hoja de Rankle", dijo el muchacho. "Es veneno. Si la tocГі, le faltarГ­a una mano ahora".

Thor mirГі alrededor de todo el follaje con un nuevo respeto. Se maravillГі de la suerte que tenГ­an al encontrar a este muchacho.

Continuaron su caminata, Thor manteniendo sus manos cerca de su cuerpo, igual que los demГЎs. Intentaron ser mГЎs cuidadoso acerca de por dГіnde caminaban.

"Quédense cerca unos de los otros y sigan exactamente mis pasos", dijo el muchacho. "No toquen nada. No traten de comer las frutas. Y tampoco huelan esas flores – a menos que quieran morir".

"Oye, ВїquГ© es eso?", preguntГі O'Connor, volteando y mirando una enorme fruta colgando de una rama, larga y estrecha, amarillo brillante.В  O'Connor dio un paso hacia ella, extendiendo la mano.

"ВЎNO!", gritГі el muchacho.

Pero ya era demasiado tarde. Al tocarla, el suelo se abriГі debajo de todos ellos, y Thor sintiГі que se resbalaba, corriendo hacia abajo por una colina con lodo y agua. Quedaron atrapados por un alud de lodo y no podГ­an parar.

Todos gritaban mientras resbalaban en el lodo, cientos de metros, hacia las oscuras profundidades de la selva.




CAPГЌTULO SIETE


Erec estaba sentado en su caballo, jadeando, preparándose para atacar a los doscientos soldados que estaban frente a él. Él había luchado valientemente y había logrado derribar a los primeros cien – pero ahora sus hombros estaban débiles, sus manos temblorosas. Su mente estaba dispuesto a luchar por siempre – pero no sabía cuánto tiempo aguantaría su cuerpo. Sin embargo, pelearía con todas sus fuerzas, como había hecho toda su vida, y dejaría que el destino decidiera por él.

Erec gritГі y pateГі al caballo desconocido que habГ­a robado a uno de sus rivales y se dirigiГі hacia los soldados.

Ellos tambiГ©n atacaron, emparejando el grito solitario de batalla de Г©l con los suyos, feroces. Ya habГ­a sido derramada demasiada sangre sobre este campo, y claramente nadie se irГ­a sin que la otra parte estuviera muerta.

Al ir al ataque, Erec habГ­a sacado un cuchillo de lanzar de su cinturГіn, apuntГі y lo arrojГі al soldado al mando. Fue un tiro perfecto,В  se alojГі en su garganta, y el soldado agarrГі su garganta, dejando caer las riendas y cayГі de su caballo. Como Erec habГ­a esperado, cayГі a los pies de los otros caballos, ocasionando que varios tropezaran con Г©l y se estrellaran en el suelo.

Erec arrojГі una lanza con una mano, teniendo un escudo en la otra, bajГі su protector frontal y se fue a la carga con todo lo que tenГ­a. IrГ­a a la carga contra este ejГ©rcito lo mГЎs rГЎpido yВ  fuerte que podГ­a, darГ­a los golpes que se necesitaran y acabarГ­a con esto.

Erec gritГі mientras iba al ataque hacia el grupo. Todos sus aГ±os de los torneos le habГ­an servido bien, y usГі la jabalina larga expertamente para sacar a un soldado tras otro, derribГЎndolos en serie. Se agachГі bajo y con su otra mano se protegiГі con el escudo; sintiГі una lluvia de golpes descender sobre Г©l, sobre su escudo, sobre su armadura, de todasВ  direcciones. Lo golpearon espadas y hachas y mazas, era una tormenta de metal y Erec rezГі para que su armadura aguantara. Se aferrГі a su jabalina, sacando tantos soldados como pudo mientras iba al ataque, cortando camino a travГ©s del enorme grupo.

Erec no se detuvo y después de unos minutos de montar a caballo, finalmente salió por el otro lado, hacia el aire libre, habiendo cortado un camino de devastación al centro del grupo de soldados. Él había eliminado a por lo menos una docena de soldados – pero había sufrido por ello. Jadeó con fuerza, su cuerpo le dolía, el sonido de metal aún resonaba en sus oídos. Sentía como si hubiera sido puesto en el molinillo. Miró hacia abajo y vio que estaba cubierto de sangre; por suerte, no sentía heridas importantes. Parecían ser rasguños y cortadas sin importancia.

Erec cabalgГі en un amplio cГ­rculo, hacia atrГЎs, preparГЎndose para enfrentar al ejГ©rcito otra vez. Ellos, tambiГ©n, habГ­an dado la vuelta,В  preparГЎndose para ir al ataque una vez mГЎs. Erec estaba orgulloso de sus victorias hasta el momento, pero le estaba siendo mГЎs difГ­cil recuperar el aliento, y sabГ­a que otro ataque con este grupo podrГ­a acabar con Г©l. No obstante, se preparГі para ir a la carga de nuevo, nunca dispuesto a alejarse de un combate.

De repente se escuchГі un grito inusualВ  detrГЎs del ejГ©rcito, y Erec primero se sintiГі confundido al ver a un contingente de soldados atacando la retaguardia. Pero luego reconociГі la armadura, y su corazГіn se acelerГі: era su gran amigo de Los Plateados, Brandt, junto con el Duque y docenas de sus hombres. El corazГіn de Erec se desplomГі cuando descubriГі a Alistair entre ellos. Le habГ­a pedido que se quedara en la seguridad del castillo, y no le habГ­a hecho caso. Por eso la amaba mГЎs de lo que podГ­a decir.

Los hombres del Duque atacaron al ejГ©rcito desde atrГЎs, con un feroz grito de batalla, provocando el caos. La mitad del ejГ©rcito se volviГі para enfrentarse a ellos, y lo hicieron con un gran sonido de metal; Brandt liderando el camino con su hacha de dos manos. AtacГі al soldado lГ­der, cortГЎndole la cabeza, despuГ©s moviГі su hacha con el mismo movimiento y la alojГі en el pecho de otro hombre.

Erec, inspirado, recibiГі un segundo aire: tomГі ventaja del caos y fue al ataque de la otra mitad del ejГ©rcito. Mientras galopaba, se inclinГі y le arrebatГі una lanza que sobresalГ­a de la tierra, se reclinГі y la arrojГі con la fuerza de diez hombres. La lanza atravesГі la garganta de un solado y siguiГі adelante, alojГЎndose en el pecho de otro.

Erec entonces levantГі su espada por lo alto y lo plantГі en el primer soldado que viera, cortar el mango de la maza en la mitad, despuГ©s girando y cortando la cabeza del hombre.

Erec continuaba luchando, lanzГЎndose al grupo de hombres con toda su energГ­a restante, empujando, bloqueando, parando, atacando a todos los soldados que lo atacaban por todos lados. Alternativamente levantГі su escudo, bloqueГі golpe tras golpe y atacГі; en pocos momentos, los soldados fueron convergiendo alrededor de Г©l, docenas de ellos, atacГЎndolo desde todas las direcciones.

MatГі a mГЎs de los que podГ­a contar, pero habГ­a demasiados, incluso aunque los soldados del Duque estuvieran atendiendo la retaguardia. Uno de ellos lanzГі un golpe con su maza a Erec, en la espalda, entre sus omГіplatos; Erec gritГі de dolor mientras la bola de metal con picos aterrizaba en su columna vertebral. CayГі de su caballo, hasta el suelo, el impacto lo dejГі sin aire.

Pero no se rindiГі. Sus instintos se alertaron y tuvo la entereza para rodar inmediatamente, levantar su escudo y bloquear un golpe que descendГ­a hacia su cabeza. Entonces lo detuvo con su espada, cortando el brazo del hombre.

Un soldado iba a aplastar la cabeza de Erec, pero Erec se quitГі del camino, girГі y le cortГі las patas al caballo, enviando a su jinete al suelo; Erec luego girГі y apuГ±alГі al hombre en el pecho.

MГЎs y mГЎs hombres convergieron cerca de Erec, y se puso de rodillas y bloqueГі golpe tras golpe, contestГЎndolos cuando podГ­a, conforme llegaban. Sus hombros se estaban debilitando. Un caballero particularmente grande, con una barba larga y recta se adelantГі y levantГі un hacha por lo alto. Erec elevГі su escudo para bloquearlo, pero otro soldado lo pateГі de su mano, y antes de que pudiera reaccionar, un tercer soldado le pisГі el pecho, dejГЎndolo inmovilizado. Eran demasiados, y Erec estaba demasiado cansado. No quedaba nada que pudiera hacer sino observar al caballero enorme girar su hacha.




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